¿Se están rindiendo los inmigrantes?

ATLANTA - Las marchas del Día del Trabajo en Estados Unidos estuvieron dominadas por activistas que buscan el camino a la ciudadanía para los once millones de personas que se calcula están sin permiso en el país.

Pero desde el 2006, cuando cientos de miles de manifestantes salieron a las calles, las protestas han sido cada vez menos numerosas, menos concentradas en un objetivo y cada vez más fragmentadas por causas diversas.

En Nueva York, Los Angeles, San Francisco y Oakland, las protestas del Día del Trabajo fueron dominadas por los activistas del movimiento "Ocupemos Wall Street", en un indicio de cómo la cuestión inmigratoria ha quedado marginada, incapaz de competir con la economía.

Los activistas por la inmigración dicen no estar preocupados por el menor número de participantes en las manifestaciones debido a que su interés predominante en los últimos años ha sido conseguir que más inmigrantes en condiciones de lograrlo se hagan ciudadanos y voten.

Pero de todos modos los activistas admiten que la amenaza a los inmigrantes sin autorización legal es más firme que nunca, en momentos en que la Corte Suprema nacional analiza la estricta ley de Arizona. En el 2010 Arizona aprobó una ley que, entre otras cosas, requiere que la policía pida documentos inmigratorios a todo el que pare o arreste, si hay sospechas de que ese individuo está ilegalmente en el país. El gobierno de Barack Obama ha impugnado la ley.

El fallo de la corte podría tener un efecto amplio en una serie de estados que tienen leyes similares, incluso Georgia.

Desde la más reciente reforma inmigratoria en 1986, que extendió la amnistía a millones de personas que estaban sin autorización en Estados Unidos, el activismo ha declinado para resurgir después.

En el 2005, un proyecto de ley aprobado por la Cámara de Representantes que habría criminalizado a todo el que ayudara a los inmigrantes en situación ilegal tuvo un efecto electrizante. Durante varios meses en el 2006, cientos de miles de personas se manifestaron en todo el país. El Senado nacional respondió y aprobó un proyecto de reforma que habría abierto un camino a la ciudadanía a millones que estaban ilegalmente.

Pero como suele ser con la inmigración, el resultado fue una parálisis.

Los activistas por la inmigración han tenido que aceptar la realidad de que podrían pasar años o aun décadas antes de que el Congreso resuelva la cuestión.

La elección del presidente Barack Obama en el 2008 representó la mejor esperanza de reforma. Pero aun con los demócratas en control de ambas cámaras, no pudieron lograr que se aprobara la reforma inmigratoria. Y después que los demócratas perdieron terreno en las elecciones del 2010, la reforma a la inmigración pasó a ser poco menos que tabú.

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