Presupuesto, tormenta política perfecta

WASHINGTON - Es una tormenta política perfecta: La combinación de una suspensión de las operaciones del gobierno y la entrada en vigor de partes de un nuevo seguro médico sacan a la luz una cantidad de tensiones partidarias y culturales. Gobierno grande vs. Gobierno pequeño. La crisis de identidad del Partido Republicano. Profundas divisiones políticas entre los estadounidenses. Y mucho más. ¿QUE ES UN GOBIERNO DEMASIADO GRANDE? La entrada en vigor de un plan de salud muy resistido por los republicanos saca a la luz un debate que los estadounidenses tienen desde su nacimiento como nación: ¿Cuál debe ser el alcance del gobierno? ¿Y cuándo un gobierno es demasiado grande? Los padres de la patria rechazaron la tiranía de los reyes y repartieron el poder entre el Congreso, los estados, la rama ejecutiva y los tribunales, en busca de un equilibrio que es debatido desde entonces. Ronald Reagan dijo alguna vez que el gobierno es el problema, no la solución, y acto seguido lo agrandó. Bill Clinton anunció el fin de la era de los grandes gobiernos y redujo su tamaño. Barack Obama conquistó dos veces la presidencia con la promesa de un gobierno activo, que puede hacer mucho más por los ciudadanos. Ahora los republicanos usan el plan de salud de Obama como una metáfora política que alude a la excesiva incidencia del gobierno en la vida de la ciudadanía. El senador texano John Cornyn dijo que los residentes de su estado le están diciendo que si la suspensión de las operaciones del gobierno "es la única forma de frenar el tren fuera de control que es el gobierno federal, estamos dispuestos a intentarlo". Otros se preguntan si es una batalla limpia. "No hay un republicano que no hable de Obamacare (como le dicen algunos al plan de salud de Obama) como si fuese medicina socializada, como si el gobierno se hubiese hecho cargo del sistema de salud", señaló Calvin Mackenzie, profesor de gobierno del Colby College de Maine. "Cualquiera que haya estudiado el plan sabe que cuesta mucho llegar a esa conclusión". REPUBLICANOS Y SU CRISIS DE IDENTIDAD Sí, hay una gran batalla entre republicanos y demócratas en Washington. Pero más interesante todavía es el conflicto interno del Partido Republicano, cuyo tea party está forzando incluso a los sectores conservadores a correrse más todavía hacia la derecha y haciendo que resulte más difícil que el Congreso encuentre puntos en común en torno a todo tipo de asuntos, no solo el presupuesto. El líder de la Cámara de Representantes John Boehner se mostraba reticente a forzar una suspensión de operaciones del gobierno, pero al final cedió a la presión del tea party, que insistía en vincular la lucha contra el plan de salud con la financiación de las actividades de gobierno. Obama atribuye la parálisis de Washington a "un sector de un partido, una cámara del Congreso, una rama del gobierno". Simplifica demasiado las cosas con esa afirmación, pero refleja las divisiones que hay en el Congreso y dentro del partido Republicano. Y plantea la tesis de que el tea party no es tan solo una fuerza opuesta, sino una fuerza corrosiva. Muchos republicanos no tienen problema con la suspensión de las operaciones del gobierno. Pero otros temen que el partido se esté encaminando a otra debacle electoral como la de las elecciones presidenciales del 2012. El impasse en torno al plan de salud de Obama puede así llegar a ser un momento clave que determina el rumbo que toma el partido. EL DILEMA DE LA COBERTURA MEDICA El presidente acusa a los detractores de su plan de salud de tratar de dejar sin cobertura médica a mucha gente. Los republicanos responden que libran una guerra de principios contra los excesos de un gobierno gigantesco. Ambos ignoran muchas cosas. Obamacare plantea numerosos interrogantes en torno al tipo de atención médica que deben recibir los estadounidenses, cuánto deben pagar por ella y cómo contener el enorme costo de los planes de salud. En Estados Unidos la ciudadanía gasta casi el 20 por ciento de sus ingresos en la cobertura médica. Y los gastos siguen aumentando a un ritmo más rápido que el de los salarios. Los programas del gobierno abarcan a más de 100 millones de personas, casi la tercera parte de la población. La tajada aumentará con el plan de Obama. A diferencia de otras naciones, Estados Unidos probablemente mantenga una mezcla de cobertura a partir de planes ofrecidos por el trabajo, programas del gobierno y responsabilidad individual en lugar de adoptar un modelo en el que el gobierno ofrece cobertura a todo el mundo. GOBIERNO SOBREPROTECTOR El debate sobre la cobertura médica es parte de una discusión más amplia sobre la idea del "nanny state", como se le dice a un gobierno que se pasa de la raya tratando de proteger a los ciudadanos de sí mismos. ¿La orden de sacar un seguro médico afecta solo a la persona que se ve obligada a actuar? ¿O todo el sistema de salud y la economía se benefician de que casi todo el mundo tenga cobertura? Eso es parte del debate en curso. Las encuestas indican que el estadounidense da gran importancia al derecho a poder decidir por sí mismo aspectos relacionados con el comportamiento individual. Pero en una consulta de Associated Press-NORC Center llevada a cabo este año 8 de 10 estuvieron a favor de que el gobierno ayude a tomar decisiones relacionadas con la salud, ofreciendo recomendaciones sobre nutrición y ejercitación, y tres cuartos apoyaron el que el gobierno invierta en mercados de agricultores y carriles para bicicletas. Pero la mayoría se opuso a que el gobierno les diga qué es lo que deben hacer en esos terrenos. ROJO vs. AZUL En el discurso que le dio prominencia nacional, en la convención demócrata del 2004, Obama dijo que "no hay un Estados Unidos liberal y un Estados Unidos conservador: Hay un solo Estados Unidos". Desde entonces insistió en la necesidad de evitar divisiones partidistas. Esas divisiones, sin embargo, siguen más vivas que nunca, y han alcanzado una magnitud tal que los dos partidos casi ni se hablan. No es que el centro haya desaparecido. Sino que no cuenta demasiado para muchos ideólogos. Los republicanos que lo apuestan todo a impedir la entrada en vigor del plan de salud de Obama le responden a un sector de la opinión pública muy diminuto, según Mackenzie. "Piensan en la gente que los elige y que los financia, y esa gente apoya lo que hacen". AQUÍ HAY ALGO PERSONAL TAMBIEN El desdén del tea party por Obama es ilimitado y raya en lo personal. Hablan incluso de hacerle un juicio político. Los republicanos bautizaron el plan de salud Obamacare para dejar en claro lo poco que les gusta. El propio Boehner, generalmente un hombre moderado, hizo una imitación burlona de Obama en la cámara baja, cuando, poco antes de que se hiciese realidad la suspensión de las operaciones del gobierno, dijo imitando al presidente, "no voy a negociar, no voy a negociar, no voy a hacerlo". Newt Gingrich, el líder de la cámara baja responsable de la última suspensión de actividades del gobierno a comienzos de la década de 1990, dijo que Obama "se niega a actuar como un presidente estadounidense. Se niega a tratar al Congreso como su igual, como estipula la constitución". Obama sostiene que los republicanos de la Cámara de Representantes quieren perjudicarlo promoviendo un proyecto de ley que eliminaría los fondos para Obamacare. Pero el presidente y los demócratas en general han apelado también a una retórica incendiaria, tildando a los republicanos de chantajistas, anarquistas, extorsionistas y otras cosas.

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