WASHINGTON — Legisladores republicanos y grupos conservadores se opusieron el martes al plan de inmigración del presidente electo Joe Biden por considerarlo una amnistía a gran escala para personas que viven sin autorización en Estados Unidos, lo cual pone de relieve que la medida enfrenta una difícil batalla en un Congreso donde los demócratas tienen una mayoría exigua.
Para complicar más las cosas, diversos grupos proinmigrantes dijeron que apremiarán a Biden a que vaya más allá y adopte medidas tales como moratorias inmediatas a las deportaciones, detenciones y nuevos arrestos. Junto con la incomodidad que un impulso a la inmigración podría causar a los demócratas moderados, las demandas de los liberales ilustran las presiones que Biden enfrenta en momentos en que llegan a su fin las políticas restrictivas y a menudo severas que el presidente Donald Trump aplicó en materia de inmigración durante cuatro años.
“Simplemente no habría sucedido sin nosotros”, declaró Lorella Praeli, copresidenta del grupo liberal Community Change, en referencia a la victoria de Biden. “Así que estamos ahora en una posición poderosa”.
Biden tiene previsto presentar la propuesta poco después de que asuma la presidencia el miércoles, y confía en realzar con ella su énfasis en un tema en el que no se ha logrado una medida legislativa importante desde 1986. El destino de la propuesta, tal como está escrita, parecía en duda.
El senador demócrata Chuck Schumer, que se convertirá esta semana en el líder de la mayoría en el Senado, dijo que el juicio político contra Trump, la confirmación de los nombramientos del gabinete de Biden y un aumento de la asistencia por COVID-19, serán las prioridades iniciales de la cámara. “Espero trabajar con él” en la medida, dijo Schumer, en una frase que insinúa que necesita cambios para que sea aprobada en el Congreso.
La propuesta de Biden prevé crear una ruta que permita a millones de inmigrantes aspirar a la naturalización en ocho años, establecer un programa de procesamiento en el extranjero para refugiados que busquen ingresar en Estados Unidos e impulsar el uso de tecnología para vigilar la frontera. La medida fue descrita por un colaborador del equipo de transición de Biden bajo condición de anonimato.
A fin de desalentar una oleada de inmigrantes en dirección a la frontera de Estados Unidos con México, sólo podrán acceder a la ciudadanía prevista en el plan las personas que ya se encontraban en Estados Unidos hasta el 1 de enero de 2021. Sin embargo, omite el tradicional reforzamiento en la seguridad fronteriza que ha contribuido a atraer cierto apoyo republicano antes y que suscitó críticas el martes.
“Una amnistía masiva sin salvaguardas ni restricciones es imposible”, dijo el senador Chuck Grassley, el principal republicano en la Comisión de Asuntos Jurídicos del Senado.
“Hay muchos temas en los que creo que podemos colaborar con el presidente electo Biden, pero una amnistía general para personas que están aquí ilegalmente no será una de ellas”, dijo el senador republicano Marco Rubio, quien a menudo es un protagonista en las batallas sobre inmigración en el Senado.
El senador Tom Cotton, que al igual que Rubio es posible aspirante a la candidatura presidencial republicana en 2024, calificó la medida como una “amnistía total, sin ninguna consideración de la salud o seguridad de los estadounidenses, y cero aplicación de la ley”.
Ese punto de vista fue compartido por Mark Krikorian, director ejecutivo del grupo conservador Centro para Estudios de Inmigración, que apoya reducir la inmigración.
“Las propuestas pasadas al menos aceptaban el concepto de cerrar el grifo y limpiar lo que se desbordó. Esto no es más que limpiar y permitir que el grifo siga abierto”, declaró Krikorian.
Rosemary Jenks, cabildera de NumbersUSA, que también quiere restringir la inmigración, señaló que la medida podría fracasar en el Senado. Necesitaría que al menos 10 republicanos se sumaran a los 50 demócratas para superar una maniobra dilatoria que aniquilaría la medida.
El senador demócrata Robert Menéndez manifestó que “impulsar una iniciativa para una reforma de inmigración no será fácil, pero creo que es posible”. Señaló como ejemplo una reforma a gran escala de 2013 aprobada por escaso margen en el Senado pero que no pasó en la Cámara de Representantes, que entonces tenía mayoría republicana. Menendez y Rubio fueron parte de un grupo de ocho senadores de ambos partidos que contribuyeron a que consiguiera la aprobación del Senado.
De acuerdo con la iniciativa de Biden, quienes hayan estado viviendo en Estados Unidos hasta el 1 de enero de 2021 sin autorización podrían acceder en cinco años a un estatus legal temporal o a la residencia permanente, si aprueban revisiones de antecedentes, pagan impuestos y cumplen otros requisitos. Después de otros tres años, podrían acceder a la naturalización si lo desearan.
Para algunos inmigrantes, el proceso podría ser más rápido. Los llamados “dreamers”, las personas jóvenes traídas sin permiso a Estados Unidos cuando eran niños, así como los trabajadores agrícolas y beneficiarios de estatus de protección temporal podrían acceder más rápidamente a tarjetas de residencia permanente si están trabajando, van a la escuela o cumplen otros requisitos.
Biden también tiene previsto adoptar medidas ejecutivas inmediatas que no necesitan trámite legislativo para revertir otras acciones de inmigración de Trump. Estas incluyen poner fin a la restricción a la llegada de personas de países islámicos.
La iniciativa representa un intento de Biden de cumplir un compromiso esencial de campaña que resulta de relevancia para los electores latinos y de otras comunidades de inmigrantes después de cuatro años de políticas restrictivas y deportaciones a gran escala de Trump. La medida brinda una de las rutas más rápidas que se haya promovido en los últimos años para que quienes viven de manera ilegal en el país puedan naturalizarse.
Los aliados de Biden e incluso algunos republicanos han identificado a la inmigración como un tema importante en el que el nuevo gobierno podría encontrar terreno común con el Partido Republicano para evitar el estancamiento que se ha vivido en los gobiernos de ambos partidos durante décadas.
Ese tipo de victoria importante, incluso si implica ceder en algunas cosas, podría ser crucial para Biden en su búsqueda de triunfos legislativos en un Congreso donde los republicanos con certeza se opondrán a otras de sus prioridades, como revertir algunos de los recortes fiscales de 2017 y aumentar el gasto federal.
El Senado está dividido 50-50 en bloques partidistas, pero el voto de desempate corresponderá a la vicepresidenta electa Kamala Harris, una demócrata.
El Partido Demócrata tiene una mayoría de 222-211 en la Cámara de Representantes, donde dos escaños están vacantes.