Masacre en Orlando reaviva debate sobre control de armas

El polémico tema se reinstaló en el Congreso donde se discuten propuestas.

El tiroteo de la semana pasada en Orlando, Florida, reavivó el debate sobre el control de armas en Estados Unidos, que el viernes honró a las víctimas del ataque que un hombre blanco perpetró contra una histórica iglesia afroamericana en Charleston, South Carolina, justo hace un año.

"Mientras Orlando guarda luto, Charleston recuerda...podemos mostrar cómo el amor vence al odio", dijo en el Congreso el senador de South Carolina, el republicano Tim Scott, un día antes del aniversario de la muerte de nueve feligreses afroamericanos atacados por un hombre blanco por motivos raciales.

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Dylann Roof, rubio, blanco y de 22 años, perpetró el ataque contra la Iglesia Africana Metodista Episcopal (AME) de Charleston, supuestamente con el objetivo de iniciar una "guerra de razas" y vengarse de los afroamericanos que se estaban "apoderando" de EEUU, según afirmó en el momento del ataque.

"Dijo que quería comenzar una guerra de razas, pero falló miserablemente", afirmó Scott.

El acusado del tiroteo se enfrenta a dos juicios que podrían acabar con pena de muerte: uno en noviembre por cargos federales y otro en enero por cargos estatales de asesinato.

La matanza perpetrada en un club homosexual de Orlando, Florida, la madrugada del domingo 12 de junio enlutó al país entero luego de que 49 personas.
Poco después el nombre e imagen del atacante se dio a conocer: Omar Mateen. Mira aquílo que se sabe de Omar Mateen
Mateen llamó poco antes de iniciar el tiroteo al teléfono de emergencia 911 y declaró su lealtad al grupo terrorista Estado Islámico (EI), informó el canal hermano NBC News. Además hizo referencia los hermanos Tsarnaev, autores de la matanza en el Maratón de Boston de 2013.
Mateen frecuentaba mezquitas de la zona, era casado y padre de un niño.
Mateen cayó muerto tras el enfrentamiento con las autoridades, quienes irrumpieron en el local tras horas del inicio del ataque.
Decenas de vehículos de la policía, incluso un equipo de operaciones especiales, invadieron los alrededores del club. Al menos dos camionetas de la policía trasladaron de manera incesante a los heridos a centros de salud cercanos.
El primer alerta del tiroteo lo dio la misma discoteca. En su Facebook, Pulse Orlando publicó poco después de las 2 a.m. de la madrugada una nota que decía: "Salgan de Pulse y corran".
Ya para ese momento, Mateen había abierto fuego y testigos que lograron escapar relataron que se vivieron escenas de pánico en el interior del club.
Posteriormente se conoció que Mateen había frecuentado el lugar en ocasiones anteriores.
Y que incluso su esposa alguna vez lo dejó en dicho sitio.
Si bien Pulse era un lugar frecuentado por miembros de la comunidad sexodiversa, era también un centro de diversión muy concurrido y en la noche del ataque celebraba una noche latina.
Por la celebración hispana y por la alta concentración de boricuas en la zona, una parte importante de las víctimas eran de ascendencia puertorriqueña.
Una vez cesaron los disparos y dieron de baja al atacante, el miedo no cesó: personal de seguridad trabajó con un detector de explosivos ya que el sospechoso que fue abatido tendría en su poder este tipo de armamento, además de otras armas.
Las autoridades locales y el FBI fueron quienes dieron las primeros informes a la comunidad. Lo que inició como un episodio confuso se fue convirtiendo hora a hora en la peor tragedia armada en el país, conforme se verificaban que los fallecidos ascendían.
De Mateen se sabe hasta ahora que nació en 1986, era un estadounidense de origen afgano y residía en una localidad cercana a Orlando.
Uno de los asistentes a la Noche Latina en Pulse que logró escapar dijo a los canales de televisión que una ráfaga de disparos duró más de lo que duró la canción que sonaba en ese momento.
Otro testigo, este identificado como Christopher Hanson, explicó a medios locales que "parecía como una película de horror, totalmente irreal" y que vio "cuerpos cayendo a su alrededor mientras estaba pidiendo una bebida en el bar".
El joven, que explicó que se cayó al suelo y se arrastró hasta el exterior del local, indicó que estaba disfrutando de la música latina y que estaba siendo una "gran noche" pero que en un segundo se convirtió en una "locura".
Christine Leinonen, de 58 años, cuando esperaba en el hospital por información sobre su hijo Chris, desaparecido tras el tiroteo.
Así quedó uno de los cascos que portaba un oficial que fue impactado durante el intercambio de disparos.
Posterior al tiroteo, han salido a flote muchos detalles de Mateen. Cercanos lo identificaron como alguien irascible y volátil.
También su esposa, Noor Salman, declaró a The New York Times en noviembre, que el hombre le maltrababa físicamente.
Por su parte, los deudos han recibido apoyo psicológico de grupos de ayuda y se espera que múltiples fondos recolectados lleguen a los sobrevivientes y a sus familias.
Así quedaron las paredes del nightclub Pulse tras el intenso tiroteo y toma de rehenes.
El cuerpo de Mateen, por otra parte, terminó sepultado en un cementario musulmán del sur de Florida.
Tal decisión ha despertado la indignación de quienes tienen familia enterrada en los mismos terrenos, que dicen no querer allí al autor de la peor masacre de Estados Unidos.
Por su parte, la ciudad de Orlando anunció planes de comprar el local y convertirlo en un memorial.
Pero aun el lugar permanece cerrado y tanto la comunidad como visitantes han hecho del sitio una parada obligada, donde se crearon murales en memoria de las víctimas y a donde muchos van a rendir tributo a los que allí perdieron la vida.

De esta forma, el aniversario de la matanza de Charleston estuvo marcado por el reciente ataque que Omar Mateen, estadounidense de raíces afganas, perpetró el pasado domingo contra una discoteca frecuentada por homosexuales en Orlando y en donde murieron 50 personas, incluido el atacante, y más de medio centenar resultaron heridas.

Las dos ciudades, Orlando y Charleston, han sido golpeadas por "el mismo tipo de mal", dijo esta semana el alcalde de Charleston, John Tecklenburg.

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"Es una triste ironía que Orlando ocurra casi un año después de Charleston", consideró en Twitter el reverendo Joseph A. Darby, líder durante años de la iglesia de Charleston y que consideró que el denominador común de las dos matanzas es "gente trastornada, con odio y con armas de fuego".

Como ocurrió tras el tiroteo en Charleston, la masacre de Orlando reavivó en EEUU el debate sobre el acceso a armas de fuego. El supuesto autor de la matanza de Orlando había sido investigado durante 10 meses por radicalismo por el Buró Federal de Investigación (FBI), pero al no tener historial delictivo, pudo comprar de manera legal las armas con las que llevó a cabo el atentado.

Por eso, los legisladores demócratas del Congreso han pedido a los republicanos ampliar los controles y evitar que accedan a armas sospechosos de poder realizar actividades terroristas y personas incluidas en "listas de vigilancia" de las agencias como el FBI y la CIA.

En el caso Charleston, Dylann Roof pudo adquirir la escopeta con la que irrumpió en la iglesia debido a un fallo del sistema federal de revisión de antecedentes, según reconoció entonces el FBI.

Cuando Roof compró la escopeta, el FBI realizó una revisión de antecedentes pero no contrastó un reporte de Columbia, la capital de South Carolina, que daba cuenta de una detención del acusado por consumo de drogas y que habría impedido la venta de armas.

Para recordar sus víctimas, Charleston celebró el viernes una ceremonia religiosa en la que cientos de personas cantaron, bailaron, dieron palmas y mostraron fotografías de los fallecidos.

Mientras tanto, en Orlando, los familiares de las 49 víctimas se aprestaban a realizar los funerales.

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