Lo cambios que genera el sedentarismo en el cerebro

Un gran número de estudios ha demostrado que el ejercicio puede moldear el cerebro estimulando la creación de nuevas células e induciendo ciertos cambios. Ahora, todo parece indicar que la inactividad, también, puede cambiar el cerebro.

Un estudio recientemente publicado y que fue realizado en ratones, pero parece tener implicaciones también en las personas, indica que el sedentarismo puede cambiar la forma de ciertas neuronas afectando no solo al cerebro si no también al corazón. Los descubrimientos pueden ayudar a explicar, en parte, porque la vida sedentaria es tan perjudicial.

Hasta hace unos veinte años atrás, de acuerdo con un informe del New York Times, la mayoría de los científicos creían que la estructura del cerebro se moldeaba al llegar a la adultez y que no era posible crear nuevas células cerebrales, o alterar la estructura de las ya existentes, después de la adolescencia.

Pero en años recientes, anota el diario, estudios neurológicos han establecido que el cerebro retiene su plasticidad o su capacidad de reestructurarse durante toda nuestra existencia. El ejercicio es uno de los factores que más cambian el cerebro, según demuestran los estudios.

Se ha sabido muy poco sobre si la inactividad altera la estructura del cerebro y si lo hace, cuales son las consecuencias. Así que para un estudio recientemente publicado en “The Journal of Comparative Neurology”, los científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad Estatal de Wayne y otras instituciones, estudiaron una docena de ratas; metieron a la mitad de ellas en jaulas con ruedas activas y dejaron que los animales corrieran a voluntad. A las ratas les gusta correr, los animales que corrieron, pronto estaban cubriendo cerca de tres millas por día en las ruedas.

Las otras ratas fueron dejadas en jaulas sin ruedas y permanecieron quietas. Después de casi tres meses los animales fueron inyectados con una sustancia especial para colorear las neuronas del cerebro. Los científicos querían ver las neuronas de la médula ventrolateral rostral, una porción oscura del cerebro que controla la respiración y otras actividades inconscientes fundamentales para la existencia.

Dicha medula comanda el sistema simpático nervioso, que entre otras cosas controla la presión arterial. Un sistema simpático bien regulado monitorea adecuadamente los flujos sanguíneos, de modo que es posible que corramos lejos de un predador o nos levantemos de la silla sin desmallarnos.

Pero un sistema simpático extremadamente sensible es problemático, de acuerdo con Patrick Mueller, maestro asociado de psicología de la Universidad de Wayne, que lideró en el estudio. “La hiperactividad del sistema nervioso contribuye a generar enfermedades cardiovasculares”, dijo el científico explicando que el estimular los vasos a contraerse demasiado, demasiado poco o demasiado frecuentemente, causa daños en la presión arterial y en el sistema cardiovascular.

Después de doce semanas, los científicos revisaron el cerebro de las ratas y encontraron notables diferencias. Las neuronas de los cerebros de las que corrieron conservaban casi la misma estructura que tenían al comenzar el experimento y estaban funcionando normalmente.

Pero las neuronas de los cerebros de las ratas que permanecieron en estado sedentario habían generado una especie de largos brazos, conocidos como ramas. Estas ramas conectan las neuronas saludables con el sistema nervioso. Pero más ramas de las normales hacen a las neuronas más sensitivas y las lleva a enviar más mensajes al sistema nervioso. En otras palabras podría decirse que las vuelve hiperactivas, lo que las lleva a estimular el sistema nervioso más de la cuenta, incrementando la presión arterial y aumentando el riesgo de enfermedad cardiaca.

El descubrimiento es muy importante porque nos ayuda a entender, como, en el campo neuronal, nos afecta la inactividad. La inactividad cambia el cerebro.

Así que como diría el doctor Mueller, “estamos hablando de su cerebro, ¡es su cerebro el que está en el sofá!”

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