Adictos a la cirugía estética

En los últimos 10 años las cirugías estéticas han tenido un aumento exponencial. Según la Sociedad Americana de Cirugía Estética cerca de 940.000 personas en Estados Unidos pasaron por el bisturí con fines estéticos, mientras que en el 2010 el número llegó al 1.6 millones. Es un tema delicado en el cual los límites entre la ética y el sentido común parecen mezclarse. Es decir, no estamos hablando de una operación vital para sobrevivir sino que más bien entramos en un ámbito mucho más subjetivo: “¿Me quedarían mejor unos senos más grandes? ¿Aumento el tamaño de mis labios?” Pero tampoco podemos pensar que la cirugía estética es algo superficial por naturaleza. Es una rama de la medicina que puede ayudar a superar complejos que impiden la propia aceptación. Esta especialidad es capaz de devolver la autoestima a personas con accidentes o defectos físicos congénitos. Los médicos cobran por operar y no todos los profesionales son lo suficientemente honestos como para que nos recomienden no hacer una operación que creen innecesaria. Podemos suponer que las personas se operan siguiendo el sentido común; pero en los últimos años se ha desarrollado un nuevo perfil psicológico: “Los adictos al bisturí”. Estas personas se convierten en verdaderos dependientes de la cirugía. Habitualmente son pacientes con marcados patrones psicológicos: 1) Obsesión por la imagen corporal: Lo que los otros perciben exteriormente de ellos es lo más importante de sus vidas. 2) Baja autoestima: Les cuesta aceptarse o entender que un rasgo prominente puede ser una marca de su personalidad. 3) Creen tener defectos físicos inexistentes: Similar a lo que sucede con una persona que padece anorexia, tienen una imagen distorsionada de sí mismos: se creen poseedores de defectos físicos que son irreales o imperceptibles. 4) Felicidad es igual a buena apariencia. La felicidad es un proceso interior, no el resultado de un cambio externo. 5) Obsesiones asociadas. Las personas que padecen adicción al bisturí tienden a experimentar otro tipo de obsesiones: alcohol, drogas, sexo o desordenes alimenticios. La Sociedad Americana de Cirugía Estética recomienda a sus miembros, que cuando un paciente reúne estos síntomas, sea derivado a un profesional de la salud mental. Sin embargo en los últimos años todos podemos constatar que los adictos al bisturí ya no solo se pasean por las alfombras rojas de Hollywood; sino que los encontramos en nuestra vida diaria, quizás caminando por los pasillos de nuestra propia oficina.

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