Estados Unidos

Regresa a Guatemala niño separado de madre al entrar a EEUU

CIUDAD DE GUATEMALA (AP) — Un menor de edad que fue separado de su madre fue deportado a Guatemala y terminó así la pesadilla de una de cientos de familias centroamericanas que aún esperan reunirse con sus hijos tras ser separados al intentar ingresar a Estados Unidos.

A la medianoche del martes Elsa Johana Ortiz por fin pudo llevar a su casa a su hijo Anthony, de 8 años, de quien había sido separada el 31 de mayo por oficiales de migración estadounidenses cuando ingresó a ese país.

“Sentí felicidad, por fin terminó”, dijo Ortiz, de 25 años, al salir del aeropuerto La Aurora al que arribó el niño en un vuelo comercial acompañado por dos abogados estadounidenses. “Lo primero que le dije es que lo había extrañado demasiado y él me dijo lo mismo”, agregó la mujer.

Vestido con un traje deportivo gris y tenis y sosteniendo una pequeña maleta, el niño se mostró asombrado por la cantidad de periodistas que lo aguardaban en la terminal aérea.

Ortiz inició su viaje a Estados Unidos el 20 de mayo e ingresó a ese país el 25 y se entregó a las autoridades porque “a las mamás las dejan pasar con sus hijos”, según le dijo el traficante de personas que organizó su viaje. Pero un día después de ser detenida la separaron del menor y 12 días más tarde fue deportada a Guatemala sin el niño.

La mujer tenía la ilusión de reencontrarse en Estados unidos con su pareja, quien le enviaba dinero para alimentos y vestimenta. Su pareja había pagado por un viaje “especial” que no la expusiera mucho porque iba con el niño.

“Todo el viaje fue en carro, solo una vez en bus, luego en balsa (por el río Bravo en Texas), luego caminamos y nos entregamos”, dijo la mujer sentada en la puerta de la humilde casa de su padre en una entrevista con The Associated Press en junio.

Ortiz dijo que fue engañada por los agentes migratorios para que no se resistiera a la deportación porque le aseguraron que se iría con su hijo.

“Se termina esto, le damos gracia a Dios y a los abogados que hicieron la lucha, lo que queríamos era tener a nuestro bebé”, dijo el abuelo del niño, José Antonio Ortiz.

En una pequeña camioneta blanca el niño regresó a una humilde casa en el municipio de Palencia, a 25 kilómetros de la capital, una comunidad ubicada en una zona montañosa donde no hay pavimento y no hay escuelas ni centros de salud cercanos.

Ortiz aún no ha decidido si se quedará ahí o regresará a su precaria vivienda en Moyuta, una zona rural al este de la capital de donde es originaria.

La mujer aún no ha encontrado trabajo de limpieza de casas particulares, a lo que antes se dedicaba. El futuro de la familia es incierto y la pobreza, uno de los motivos por los que decidieron emigrar, sigue ahí esperándolos.

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