A prueba, el compromiso de austeridad de AMLO

La que fue una boda digna de un sueño, se convirtió en una pesadilla para el gobierno que iniciará el 1 de diciembre, debido a que chocó de frente con el mensaje de austeridad que enarbola Andrés Manuel López Obrador.

De nada valió que, tras un alud de críticas, el presidente electo saliera la noche del jueves a defenderse con el argumento de que él no fue quien se casó y que los recursos usados eran privados.

Tanto opositores como seguidores, analistas y, sobre todo, ciudadanos comunes y corrientes no cesan en expresar desde desilusión hasta indignación.

Guadalupe Guerrero barre la calle, es su trabajo, se dice pobre entre los pobres. Votó por López Obrador, y ahora está indignada, porque dice que la imagen de esa boda no refleja la austeridad que prometieron.

"Todos los políticos son iguales y no les interesan los pobres", expresa Guerrero.

Para ella fue demasiado ver la imagen de los recién casados, César Yáñez y Dulce Silva, en la portada de la revista ¡Hola!, ya que junto a ellos, en un recuadro, estaba el presidente electo, que asistió al enlace.

La imagen de López Obrador no lo mostraba cómodo y, si fue así, había una razón: él prescribió una política de “austeridad republicana” para el gobierno que encabezará como antídoto a décadas de corrupción y políticos con un alto nivel de vida que han disgustado al mexicano medio.

“No puede haber un gobierno rico en un país pobre”, se enorgullece en decir López Obrador. 

Por ello se comprometió a rebajar a la mitad su salario presidencial, vuela en clase turista, se niega a tener escolta del Estado Mayor Presidencial y gusta de reunirse con agricultores de pequeñas ciudades y comer restaurantes locales de bajo costo. 

Además, insiste en usar el calificativo “fifí” para describir la opulencia, las cosas frívolas o fuera de contacto con la gente.

Pero en redes sociales, muchos opinaron que nada se ajusta mejor a esa definición que una fiesta como la de su colaborador y su hoy esposa, que ha sido nombrada #BodaFifí. 

“Queda anulado para siempre y durante los próximos sexenios el adjetivo fifí para descalificar críticas de aliados y de opositores”, manifestó el columnista Genaro Lozano en tuit sobre la portada de la revista. 

No por nada la boda de Yáñez y Silva ilustra la dificultad de alejar a la clase política mexicana de su longevo gusto por el lujo. 

Esta es una historia de amor que se remonta a los días posteriores a la Revolución (1910-1917), cuando los ricos fueron vilipendiados y los funcionarios reprimieron a la Iglesia mientras, en secreto, enviaban a sus hijos a escuelas católicas, entraban en familias de clase alta por medio de matrimonios y se construían mansiones neobarrocas en vecindarios elegantes. 

En los últimos años, las viviendas de lujo y los brillantes relojes de pulsera han sido las tarjetas de presentación favoritas de la élite política.

Irónicamente, fue ¡Hola! quien destapó de forma inadvertida el mayor escándalo de corrupción de los últimos tiempos. En 2013, la revista de sociedad publicó una fotografía de la esposa del actual presidente Enrique Peña Nieto, Angélica Rivera, posando en una lujosa mansión completamente blanca.

Guadalupe Loaeza, una partidaria de López Obrador que ha escrito libros sobre las debilidades de la clase alta mexicana, dijo que la publicación de las fotos de Yáñez y Silva era algo “terrible” y lo comparó con el escándalo de la casa blanca de la aún primera dama. 

Loaeza estimó que el enlace tuvo un costo de más de $250,000 dólares, aunque otros aseguran que fue mínimo del doble, y dijo que la indignación era mayor entre los seguidores de López Obrador porque “nos ofrecieron un país diferente (...) con esto nos insultaron”.

Hace apenas unas semanas, la misma revista dio espacios al presidente saliente Enrique Peña Nieto y a su esposa; además de que Paulina, la hija mayor del mandatario, a mediados de septiembre se despidió ahí de su vida en Los Pinos.

Las publicaciones provocaron molestia entre la gente, que no estaban preparados para ver ahora en las mismas páginas a representantes del gobierno entrante. Cambiar las cosas, al parecer, podría no ser tan fácil.

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