Papa deja mensaje de esperanza a jóvenes en Morelia

El pontífice llamó a no dejarse vencer por la violencia

MORELIA, México - Las calles del centro de Morelia, una ciudad colonial de gran belleza, estaban repletas de gente que hacían valla al paso del Papa.

La visita al estado de Michoacán es significativa, pues junto con Jalisco y Guanajuato, formaron principalmente la cuna del movimiento cristero, que se enfrentó con el gobierno entre 1926 y 1929.

El Papa abordó un papamóvil descubierto para dirigirse al Estadio Morelos, a su encuentro con los jóvenes. Lo recibieron en un estadio repleto, con jóvenes que viajaron de todo el país, y que lo esperaron con gran entusiasmo y medio de mucho colorido.

El pontífice llegó a la Catedral de Morelia y dirigió un mensaje a niños en situaciones difíciles, la mayoría huérfanos o en situación de calle que han sido rescatados.

Entró a la catedral de estilo barroco y les habló del amor y el respeto que deben tener a los mayores.

Luego salió al atrio, donde un coro le cantó "Tú eres Pedro" con la música ejecutada por el órgano monumental.

"Sigan siendo creativos, sigan siendo así... Siempre buscando la belleza... ¡Y nunca se dejen pisotear por nadie! ¿Está claro?", les dijo a los niños antes de despedirse. "Recen por mí y de vez en cuando canten por mí aunque esté lejos", añadió.

En la reunión con los niños el papa entregó una ofrenda a la imagen del futuro santo, el niño mártir José Sánchez del Río.

En la comida, al Papa le sirvieron alimentos típicos, como corundas (una especie de tamal) con queso Cotija (nombre de una ciudad de Michoacán).

Le dieron de postre Chongos Zamoranos (que es un dulce de leche) y Ates Morelianos (que son frutas como una mermelada prensada).

Le dieron una bienvenida como de estrella de rock. Parecía una inauguración de Juegos Olímpicos o algo así, con bailes, color, muchas delegaciones de cada estado; todas integradas por jóvenes que están muy ligados a la Iglesia en sus distintas comunidades, que hicieron varias veces la "ola".

Y el Papa, muy sonriente, subió al estrado. Luego llamó a dos niñas, con Síndrome de Down, para que subieran. Las dos lloraban muy emocionadas. Él las abrazó. Mientras, en el escenario, cantaban y bailaban temas típicos, que explican la riqueza cultural de Michoacán.

Al Papa le fue entregado la Llave de la Ciudad de Morelia, por el Alcalde y su esposa, mientras los niños entonaban el Himno a la Alegría.

El papa Francisco llamó el martes a sacerdotes y monjas a no paralizarse ni resignarse ante la violencia y el narcotráfico que a veces enfrentan en sus comunidades y los convocó a encontrar inspiración en otros que lucharon contra la injusticia.

"¿Qué tentación nos puede venir de ambientes muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad?", preguntó el pontífice durante una misa multitudinaria frente a religiosos en Morelia, capital del estado occidental de Michoacán que se ha visto marcado por la violencia y la penetración del narcotráfico.

El mismo papa respondió que esa tentación puede resumirse como "resignación", la cual "nos paraliza y nos impide no sólo caminar, sino también hacer camino". Pidió hacerle frente y seguir el ejemplo de otros, como Vasco de Quiroga, un obispo español que en el siglo XVI enfrentó las injusticias que vivían los indígenas.

"Los jóvenes mexicanos te damos la bienvenida y estamos haciendo río", le dijeron una pareja de jóvenes, primero en purépecha y luego en español. Le entregaron una cruz de la Pastoral Juvenil, que representa amor, unión y luz en sus vidas.

Cuatro jóvenes del país, de diversas zonas del país, hablaron de lo lindo que es el país, pero también de las situaciones que les afectan.

Francisco inició su cuarta jornada en México con una visita a Morelia como un guiño a la Iglesia que quiere después del sonoro regaño que lanzó el sábado a la alta jerarquía católica mexicana, cuando pidió a los obispos estar más cerca de su pueblo.

Calificó la resignación como "una de las armas preferidas del demonio" y dijo que caer en ella "nos frena para arriesgar y transformar".

La violencia que diversas zonas de México han padecido ha dejado desde 2006 más de 100.000 muertos y unos 27.000 desaparecidos. Michoacán llegó a ser uno de los estados más afectados por la presencia del narcotráfico, uno de cuyos carteles penetró incluso actividades como la minería y la producción de limón y aguacate.

Algunos sacerdotes también han sido víctimas de la violencia.

"A veces la violencia nos ha hecho bajar los brazos, bien por desánimo, por costumbre, o por temor", dijo Fausto Méndez, un seminarista de 23 años de la orden de San Agustín que asistió a la misa. "Por eso el papa viene a decirnos que no tengamos miedo a hacer lo correcto", añadió.

Gerardo Sandoval, seminarista de 19 años de la misma orden, admitió que en ocasiones se sienten solos, pero el mensaje de Francisco les sirve para saber que no lo están. "Los tiempos son difíciles, pero nuestra fe no decae", dijo.

El papa fue recibido entre ovaciones de sacerdotes, monjas y seminaristas que callaron para la misa pero luego reanudaron los gritos y cantos.

"¡Se ve, se siente, el papa está presente!", gritaban. "¡Francisco, hermano, ya eres mexicano!".

La visita del papa a Morelia es vista también como un gesto hacia el arzobispo de Morelia monseñor Alberto Suárez Inda, hasta ahora el único cardenal mexicano nombrado por Francisco y quien -como Francisco- ha llamado a la jerarquía católica a dejar de lado sus cómodas vidas para convertirse en "pastor de sus ovejas" y acompañar a la gente en los momentos duros que pasa el país.

"Él comparte las exigencias del papa de alejarse de una mirada adormecida. Es un hombre crítico pero que puede dar respuestas", dijo a The Associated Press el padre Leopoldo Sánchez, vicario de pastoral y mano derecha de Suárez Inda los últimos 20 años.

"Tiene la habilidad para tender puentes y relacionarse de igual forma con el gobierno y con los indígenas", aseguró este sacerdote, quien también es el encargado de la visita del papa a Morelia.

Michoacán es cuna de sanguinarios cárteles y un importante centro de distribución de drogas que por años estuvo dominado por el cartel de la Familia y luego el de Los Caballeros Templarios.

Cansados de la violencia de los últimos años, habitantes de Michoacán se armaron en 2013 y crearon grupos de autodefensa para enfrentar a los narcotraficantes.

Este movimiento espontáneo, aplaudido inicialmente por la población, también extendió la violencia por decenas de municipios e incluso terminó dividido y penetrado por algunos narcotraficantes a los que antes combatía.

"Nunca va a haber paz en Morelia aunque venga el papa o quien sea, porque estamos en manos de la mafia, desde la policía a los políticos", dijo pesimista José Luis López, un hojalatero de 43 años.

Tras el surgimiento de las autodefensas, las autoridades federales iniciaron una nueva ofensiva contra el cartel de Los Caballeros Templarios y capturaron o mataron a sus principales líderes. También fueron arrestados funcionarios estatales y municipales que trabajaban para el grupo.

"La situación ahora se calmó un poco en los últimos meses pero los problemas siguen intactos", aseguró López a pocos metros de las cruces blancas pintadas en el suelo en recuerdo de los ocho muertos que dejó un ataque con granadas de 2008 durante la celebración de la independencia.

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