Salen en defensa de “Mamá Rosa”

ZAMORA (México) -- Unas 500 personas marcharon el jueves para apoyar a una mujer a la que muchos tienen en gran estima pero que está metida en problemas como fundadora de un albergue que la policía allanó ante las denuncias de que en ese lugar se cometían abusos sexuales, maltratos físicos y las personas internadas vivían entre la inmundicia.

Rosa del Carmen Verduzco, conocida como "Mamá Rosa", fundadora del albergue "La Gran Familia", había recibido a menores durante 65 años y el lugar se había ganado el apoyo del gobierno, filántropos e intelectuales.

Sin embargo, después que la policía cateara el martes el lugar, en el que había basura tirada en todas partes, quienes vivían ahí narraron a las autoridades que algunos empleados los golpeaban y violaban, les daban comida echada a perder o los castigaban encerrándolos en un pequeño cuarto.

Verduzco continúa hospitalizada bajo vigilancia policial mientras recibe atención debido a que sufre diabetes y problemas de presión arterial. Ocho de sus empleados también están detenidos.

"Mamá Rosa, estamos contigo", decían algunas pancartas de los manifestantes, la mayoría de los cuales llevaba playeras blancas con la frase "Yo también soy hijo de Mamá Rosa".

"[Ella] tenía que tener el carácter fuerte, porque de lo contrario no hubiera podido controlarnos", declaro Ricardo de Jesús Verduzco, de 32 años, quien vivió en el albergue de los 6 a los 24 años. Ahora él vive fuera de esa casa hogar y trabaja como guardia de seguridad.

Al igual que muchos que han vivido en el albergue, Verduzco adoptó o se le concedió formalmente el apellido Verduzco de "Mamá Rosa". "Ella me dio la oportunidad de estudiar, me dio las herramientas para sobrevivir en la vida", declaró Verduzco.

Contó que en sus tiempos a él le tocó que lo llevaran en grupo al cine, a la playa y a restaurantes, siempre bajo supervisión.

El exterior del albergue mostraba un parecer totalmente distinto sobre la fundadora: un camión de basura terminaba de llevarse lo que quedaba de 20 toneladas de desperdicios del lugar, al que las autoridades mexicanas describieron como un recinto infestado de insectos en el que vivían unos 600 niños y adultos, a menudo contra su voluntad.

Algunas personas en el albergue dijeron que Mamá Rosa no permitía que se llevaran a sus seres queridos si no le pagaban miles de pesos.

Un número no determinado de personas continuaban en el albergue mientras las autoridades buscaban algún lugar para transferirlos.

Las autoridades federales dijeron que habían estado pendientes de que las personas que vivían en el albergue recibieran una alimentación adecuada, y los médicos revisaban a los menores.

La policía y soldados que vigilaban el exterior permitían el ingreso de pequeños grupos de personas para que éstas visitaran a sus parientes que vivían en el lugar.

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