Grupo religioso destruye centro ancestral otomí

Supuestos Testigos de Jehová destruyeron un centro ceremonial de unos 7,000 años de antigüedad.

Un ancestral centro ceremonial de la cultura otomí, de unos 7,000 años de antigüedad, fue destruido por un grupo de supuestos testigos de Jehová que estarían en desacuerdo con las prácticas religiosas que se realizaban ahí.

El sitio, localizado en la Sierra Madre Oriental, fue descrito como una serie de altares en el que se veneran a deidades como la tierra, el agua y el fuego, a quienes indígenas otomíes depositan una serie de ofrendas.

Luis Pérez Lugo, académico de la Universidad de Chapingo que funge como secretario del territorio de la Nación Otomí, denunció al menos diez estructuras arquitectónicas usadas como altares fueron desbaratadas.

Aseguró que los responsables son grupos de Testigos de Jehová de la comunidad de El Piñal.

Pero el vocero de los testigos de Jehová en México no ha respondido a la agencia AP la solicitud para comentar sobre este ataque al centro otomí que habría ocurrido hace un mes, pero que apenas trascendió a medios nacionales esta semana.

Lugo dijo que los grupos de indígenas que protegían y resguardaban el sitio, ubicado en San Bartolo Tutotepe, en el central estado de Hidalgo, solo permiten el acceso a fieles de sus comunidades, por lo que no está claro cómo ingresaron los supuestos Testigos de Jehová ni cuándo hicieron los destrozos.

Indígenas de las comunidades hñähnu, conocidos como otomíes, procedentes de estados de Hidalgo, Puebla y Veracruz tradicionalmente acuden a ese sitio como parte de sus creencias religiosas.

"Mayonikha es considerada como el equivalente a La Meca para los musulmanes, o el Vaticano para los católicos", explicó la antropóloga mexicana Lourdes Báez. "Es el lugar más importante. El término Mayonikha en español quiere decir iglesia vieja".

Un funcionario del estado de Hidalgo dijo el lunes que algunos residentes de la zona, identificados con los Testigos de Jehová, estaban enfurecidos por lo que ellos consideraban idolatría, un culto diabólico y optaron por destruir el sitio.

Otomíes de la región hidalguense dijeron a medios que no habían hecho denuncia oficial de lo ocurrido porque querían evitar que instituciones públicas tomen control del templo, al que consideran un "recinto activo", y si el Instituto Nacional de Antropología e Historia lo toma a su cargo, serán afectadas sus costumbres ancestrales.

Tampoco, dijeron los representantes otomíes, creen que sea justo que deban terminar pidiendo permiso para realizar sus ritos en un sitio de meditación que les pertenece y que, muchos medios o desconocedores de la cultura hñähnu, describen como un sitio lleno de piedras.

Contáctanos