Illinois

Illinois: un raro programa con escaso financiamiento es un vínculo vital para madres encarceladas y sus hijos

El programa "Reunification Ride" lleva en autobús a los familiares de los presos desde Chicago cada mes para que puedan pasar tiempo con sus madres y abuelas.

Prison bars

LINCOLN, Illinois. (AP) — Vestida con su mejor ropa de domingo —mangas con volantes rosados y un tutú de tul multicolor— la hija de Crystal Martínez, de 4 años, le presenta orgullosamente un ramo multicolor de flores de papel de seda cuidadosamente elaboradas. Con su hijo de 5 años en su regazo, riendo con alegría, Martínez extiende los brazos y abraza a la niña tan fuerte que sus lentes se desacomodan.

"¡Te quiero! No quiero las flores", dice Martínez, sonriendo y abrazando a sus hijos.

Los cinco hijos de Martínez, incluyendo a los tres de 13, 10 y 6 años, viajaron el mes pasado durante tres horas desde Chicago para visitarla en Logan Correctional, la prisión estatal más grande de Illinois para mujeres y personas transgénero, como parte del programa "Reunification Ride". Esta iniciativa, que depende de donaciones, lleva en autobús a los familiares de los presos 180 millas desde la ciudad hasta Logan cada mes para que puedan pasar tiempo con sus madres y abuelas.

El número de mujeres encarceladas en Estados Unidos disminuyó en decenas de miles debido a COVID-19. Pero a medida que el sistema de justicia penal vuelve a la normalidad y las poblaciones carcelarias retornan a los niveles previos a la pandemia, más niños están siendo separados de sus madres, lo que los pone en mayor riesgo de problemas de salud y comportamiento, y los hace vulnerables al abuso y al desplazamiento.

Las mujeres afroamericanas e hispanas tienen más probabilidades de ser encarceladas que las anglosajonas y se ven afectadas de manera desproporcionada por la separación familiar debido al encarcelamiento.

Las mujeres recluidas en Logan describen el "Reunification Ride" —uno de los programas cada vez más raros y con escaso financiamiento diseñados para mantener a las familias unidas— como una línea vital crucial.

"Agradezco a Dios que sea al menos una vez al mes. Algunas personas no pueden ver a sus hijos en absoluto", dice Joshlyn Allen, cuyos hijos de 5 y 3 años la estaban visitando junto con su abuela.

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Los niños y sus cuidadores se encuentran a las 7 a. m. en el estacionamiento de una gran tienda en el sur de la ciudad, con los ojos cansados pero emocionados. Los organizadores reparten bocadillos, juegos, agua y material para colorear mientras se suben al autobús.

Tres horas más tarde, el autobús turístico se detiene frente a las puertas de alambre de púas de las instalaciones en Lincoln, Illinois, y los niños se asoman por las ventanas. A medida que las familias avanzan lentamente por el control de seguridad, los gritos de "¡Mamá!" y los chillidos de alegría llenan el gimnasio de la prisión, adornado con decoraciones hechas a mano.

Las presas crean decoraciones para las visitas, como flores de papel de colores, mariposas, fotos de familiares enmarcadas en cartulina. A las familias no se les permite traer nada más que lo esencial, como pañales.

El número de mujeres encarceladas en Estados Unidos disminuyó aproximadamente un 30%, a 146,000, de 2019 a 2020, según datos del Departamento de Justicia. La organización sin fines de lucro Prison Policy Initiative atribuye esa disminución a la desaceleración de los procedimientos judiciales, los cambios temporales en los procesos y los esfuerzos para reducir las poblaciones carcelarias debido a la pandemia.

Este lunes comienza el juicio de Michael Vitellaro, acusado de herir a un menor tras arrodillarse encima de él y acusarlo de robar una bicicleta. 

Sin embargo, las poblaciones de mujeres en prisiones y cárceles están volviendo a los niveles anteriores a la pandemia.

"Estamos viendo cada vez más familias separadas", dijo Alexis Mansfield, coordinadora del "Reunification Ride" para la organización Women's Justice Institute.

Aproximadamente el 58% de las mujeres en prisiones estatales o federales son madres de niños menores en Estados Unidos. Las mujeres afroamericanas y latinas tienen tasas de encarcelamiento mayores que las anglosajonas y tienen la misma probabilidad o más de ser madres, según la Oficina de Estadísticas Penales.

Aunque las mujeres tienen menos probabilidades de ser encarceladas que los hombres, su encarcelamiento puede tener efectos desproporcionados en las familias, indicó Mansfield. Ella ha presenciado cómo los niños se reencuentran con sus madres encarceladas después de meses o años separados e "inmediatamente revelan que están siendo abusados o que enfrentan un desafío en la escuela".

"Ese vínculo entre las madres y los hijos es muy fuerte. Y sin ver a sus madres, muy a menudo los niños están en una situación vulnerable sin nadie a quien acudir", dijo ella.

Gina Fedock, profesora en la Escuela de Trabajo Social, Política y Práctica de la Universidad de Chicago, investiga el bienestar de las mujeres marginadas, en particular aquellas detrás de las rejas.

Programas como el "Reunification Ride" que ofrecen visitas periódicas son raros en Estados Unidos, dijo Fedock.

"La mayoría de los estados no tienen oportunidades como estas", dijo. "Hay una verdadera falta de recursos constantes, especialmente este tipo de programas de transporte".

Este fin de semana hubo un tiroteo masivo en la que siete personas fueron baleadas y una murió. Sin embargo, no fueron los únicos hechos violentos que ocurrieron desde el viernes en la noche, pues más de 40 personas resultaron heridas de bala y ocho fallecieron.  

Investigadores de la Universidad de Chicago encontraron solo una iniciativa similar a nivel nacional, Hour Children en Nueva York, según Fedock.

Las mujeres encarceladas tienden a ser las principales cuidadoras y a menudo son las principales proveedoras, lo que significa que los niños cuyas madres están encarceladas a menudo son desplazados o ingresan al sistema de bienestar infantil, señaló.

El impacto de este tipo de "pérdida ambigua" de un padre puede llevar a un mayor riesgo de problemas de salud, retrasos en el desarrollo, problemas de comportamiento y problemas en la educación, ya que los niños que se mudan con otro cuidador a menudo tienen que cambiar de escuela abruptamente, según la investigadora.

"Es muy fácil que los niños se queden atrás", dijo Fedock.

Mantener el vínculo materno puede reducir "los efectos traumáticos del encarcelamiento de los padres para esos niños y sus familias", explicó Fedock. "Cada restricción impuesta a los padres limita la relación de crianza".

Nyia Pritchett relató que no pudo visitar a su madre, Latonyia Dextra, sin el "Reunification Ride". Antes del viaje, la joven de 27 años no había visto a Dextra en persona durante tres años.

Pritchett, que vive a una hora de Chicago, se despertó a las 4 a. m. para tomar el autobús.

"Vale la pena", indicó. "Mi mamá ha perdido mucho tiempo de nuestras vidas. Estos pequeños momentos significan mucho".

El albergue temporal que se habilitó en Daley College está reservado para familias con hijos menores de 18 años.   

Dextra cumple una sentencia de 28 años y ha estado encarcelada desde que Pritchett era una niña. Durante la visita, Dextra trenza las vibrantes rizos rojos de Pritchett en una corona.

"Se sintió como cuando era una niña", dice Pritchett.

Pritchett llora mientras cuenta el tiempo que pasó sin su madre. Dextra la abraza y seca sus lágrimas.

Dextra dice que sus hijos le dan esperanza y que "este programa significa mucho".

El "Reunification Ride", antes receptor de fondos públicos que se agotaron en 2015 durante el estancamiento presupuestario de dos años de Illinois, ha sido adoptado por organizaciones sin fines de lucro que dependen de la financiación colectiva y voluntarios para mantener el programa con vida. Cada viaje cuesta alrededor de $3,000 a $3,500.

"Nos dimos cuenta de que esto era demasiado importante como para cancelarlo", dijo Mansfield.

Erika Ray cumple una sentencia de 42 años por robo a mano armada y asesinato. Su hija de 23 años, Jada Lesure, tenía solo 7 años cuando su madre fue acusada. Lesure ahora lleva a su hijo de 4 años a visitarla.

Los programas ofrecen una alternativa acogedora y amigable para los niños en comparación con las estrictas reglas de una visita típica detrás de un vidrio o en pequeños espacios para visitantes donde los niños luchan por quedarse quietos, sin juegos ni comida, explicó Ray.

"No había ningún programa como este" cuando Jada era una niña, dice Ray, observando a su nieto jugar felizmente en el gimnasio.

Pero incluso como adulta, Lesure dijo: "Necesito a mi mamá. Todos necesitan a su mamá".

Ray lamenta que pasarán mucho tiempo antes de que pueda regresar a casa.

"No hay forma de castigar al padre sin castigar al hijo", señaló.

–Información de AP

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