La violencia sigue descontrolada en Chicago, con más de 500 homicidios en lo que va del año, atribuidos en su mayoría a pandilleros y a graves problemas sociales enraizados en los vecindarios más problemáticos de la ciudad.
En lo que va del año ya se contabilizaron 512 homicidios, que superan los 491 de todo el 2015, mientras que hubo casi 3.000 heridos de bala en ocho meses de 2016, casi la misma cantidad de todo el año pasado.
Estos números son mayores que los registrados en Nueva York y Los Ángeles, a pesar de que son dos ciudades que triplican la población de Chicago, con unos 2.8 millones de habitantes, de los cuales cerca del 29 % es de origen hispano.
"El tema es complejo y tiene raíces en décadas de decaimiento de la ciudad, desde la inversión en los barrios a falta de infraestructura y de educación", declaró a Efe el concejal mexicoamericano George Cárdenas, cuyo Distrito 12 cubre las principales áreas hispanas de la ciudad.
En opinión del presidente del Caucus Hispano del Concejo Municipal de Chicago, los índices actuales "no se pueden debatir, son hechos", que requieren la atención de las autoridades.
En el mismo sentido se expresó esta semana el superintendente de Policía de Chicago, Eddie Johnson, quien dijo a periodistas que su Departamento "hace todo lo posible" para combatir la violencia que está "enraizada en vecindarios empobrecidos, donde la gente sin esperanza hace este tipo de cosas".
Según Johnson, el problema "no es solamente policial, sino social", porque en su opinión "un hombre sin esperanza está dispuesto a tomar un arma y hacer cualquier cosa con ella".
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Cárdenas señaló que un poco más del 50 % de jóvenes pertenecientes a minorías se gradúa de la escuela secundaria y se encuentran incapacitados para enfrentar la realidad.
"No tienen conocimientos, no pueden desarrollar un trabajo, ni siquiera pueden expresarse bien para manejarse en la sociedad. Esas personas no tienen otra opción que el crimen", expresó.
El concejal reconoció que el decaimiento de las ciudades urbanas se arrastra desde los años 60, en "una tendencia muy triste" que hace que mucha gente no esté educada para seguir "ciertas normas de civilidad y disciplina".
Johnson atribuyó la mayoría de los actos violentos a ajustes de cuentas y enfrentamientos entre pandillas, y al exceso de armas de fuego en poder de estos grupos.
Richard Rosenfeld, profesor de criminología de la Universidad de Missouri-St. Louis, declaró esta semana que muchas de las grandes ciudades del país experimentaron el año pasado un aumento drástico de las tasas de homicidios, aunque las cifras han ido bajando desde entonces.
"En muchas las cifras bajaron, pero en Chicago la tendencia se ha mantenido", señaló.
En su opinión, el malestar y desconfianza existente en la población negra hacia los uniformados, y las denuncias de excesos en el uso de la fuerza letal podrían contribuir al patrón de violencia.
Cárdenas coincidió en que la gente confía menos en la Policía y "tiende a actuar por su cuenta" en vecindarios donde "viven constantemente en conflicto y aplicando sus propias reglas".