Hace unos años, la violencia en las calles de Chicago puso a un alcalde recién electo en el primer plano nacional con tiroteos en algunos de los barrios más conflictivos de la ciudad, los cuales alimentaron el derramamiento de sangre de manera constante.
Rahm Emanuel gastó casi $ 200 millones en dos años para inundar esas calles con la Policía trabajando horas extras.
Su Departamento de Policía también ha recogido un tesoro de información detallada sobre cada miembro de las pandillas y establecer reuniones entre ellas y los padres de las víctimas de homicidio para ilustrar el alto costo humano de la violencia.
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Desde entonces, la violencia en general de la ciudad ha disminuido, pero el número de asesinatos en algunos barrios de minorías ha aumentado.
Y mientras la policía se jacta de datos históricos en la tasa de homicidios, muchas familias frustradas que habitan esas áreas dicen que sus comunidades han visto poca o ninguna mejora o, por el contrario, se han deteriorado.
"Está peor", dijo Anthony Jackson, un hombre de mantenimiento, jubilado de 62 años, mientras se abría camino a su casa en el corazón de un barrio donde el año pasado se produjo un repunte dramático en homicidios – aproximadamente la mitad del número de toda la ciudad de Washington, DC. "Estamos aquí por nuestra cuenta".
La persistente violencia contribuye al desafío global del Alcalde en su oferta para un segundo mandato y lo pone en la posición algo incómoda de pregonan simultáneamente su éxito contra el crimen al tiempo que reconoce que aún queda mucho por hacer.
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"La verdad es que pese a todos los progresos que hemos hecho en los últimos cuatro años, simplemente tenemos que hacerlo mejor", dijo Emanuel en un discurso.
El número total de homicidios en Chicago disminuyó de más de 500 en 2012 a poco más de 400 el año pasado, el nivel más bajo en medio siglo. Pero el número de tiroteos subió 12%: de 1866 a 2084, durante el mismo período.
