Gabino no son todos

Emocionante el grito que se escuchó en las inmediaciones de la Corte de Inmigración de Charlotte, Carolina del Norte, para respaldar al trabajador mexicano Gabino Sánchez, cuyo destino caminaba en el filo de la deportación.

“¡Todos somos Gabino!”: entonaron casi medio millar de personas que se congregaron, el martes 15 de mayo, para implorar que el hombre casado y padre de dos hijos estadounidenses se quedara en Estados Unidos, y el milagro se logró.Pero, el milagro detrás de Gabino se llama Luis Gutiérrez, el congresista de Illinois, que ha hecho del caso de Sánchez la muestra perfecta de las injusticias del desbarajustado actual sistema migratorio.

Gutiérrez se encontró con el caso de Gabino durante una escala que hizo en Charleston, Carolina del Sur, el 20 de noviembre del año pasado, en el marco una gira para expresar su oposición a las leyes estatales antiinmigrantes de Alabama y el estado surcarolino, que pretenden que se hagan arrestos indiscriminados por la sospecha de que individuos radicados en el país no posean papeles y criminalizar un estatus: el de indocumentado.

Sánchez, de 27 años, que había llegado a Estados Unidos hace más de una década, siendo todavía un adolescente, fue detenido por policía de la localidad de Ridgeland por una infracción de tráfico y no poseer licencia de conducir el 2 de noviembre de 2012.

No era la primera vez, que Gabino era blanco de los agentes locales, incluso la cuenta de lo que había pagado en multas de tráfico superaba los 3 mil dólares, pero fue la ocasión en que su condición migratoria irregular fue reportada a las autoridades de Inmigración.

Tras conocer la situación de Sánchez, el congresista Gutiérrez modificó su itinerario y regresó a Charleston el 30 de noviembre, para acompañar a Gabino a una presentación ante funcionarios del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE).

El trabajador de construcción y jardinero no fue deportado en primera instancia, pero su caso fue pasado a la Corte de Inmigración de Charlotte, donde ha tenido dos audiencias, en las que ha estado presente Gutiérrez.

La primera, el 13 de marzo y la más reciente, del 15 de este mes, en la que el juez a cargo de su expediente determinó suspender su expulsión del país hasta el 1 de febrero de 2013, cuando el mexicano tendrá otro día en corte.

El juez también autorizó que se le expida permiso de trabajo, y por consiguiente licencia de manejo, pero la espada de Damocles de la deportación todavía pende sobre la cabeza del mexicano.

Su abogado, Marty Rosenbluth, director ejecutivo del Proyecto de Derechos de los Inmigrantes de Durham, expresó su incomodidad de porque en el caso de Gabino, no se aplicó de una forma definitiva la discrecionalidad administrativa promulgada por la administración del presidente

Barack Obama, que protege a los inmigrantes que no son criminales. Precisamente Gutiérrez se embarcó en la causa de Gabino para determinar que la política migratoria consagrada en el memorando del director de ICE, John Morton, de un alivio migratorio si se cumplía.

El legislador federal había advertido que si a Sánchez lo repatriaban, las buenas intenciones del actual gobierno de actuar sensatamente con las víctimas del actual sistema migratorio, quedarían en nada.

Respecto al resultado de la audiencia, Gutiérrez dijo: “es una victoria para Gabino, pero hay miles de personas que hoy no saldrán triunfantes de las cortes de inmigración”. Y esa es la verdad, porque lo demuestran los 46 mil padres indocumentados de hijos ciudadanos, que fueron deportados el año pasado y los 5 mil niños ciudadanos que viven con sus progenitores en prisiones de ICE.

Lo prueban los resultados del análisis de los 300 mil casos por parte de la Oficina Ejecutiva de Revisión de Inmigración (EOIR), que ya examinó 180 mil, de los cuales escasamente 16 mil se salvarán de la deportación. Definitivamente no todos son Gabino.

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