Pueblo que vive sin licor podría levantar el veto

EPHRAIM, EEUU - En Wisconsin, un estado conocido por las cerveceras y el consumo de alcohol en grandes cantidades, hay un pintoresco pueblecito turístico al nordeste de Green Bay donde no se puede comprar una gota de alcohol.

Ephraim, situado en la costa del condado de Door, un popular destino de pequeñas localidades, hoteles y bodegas, tiene ley seca, pero puede que no por mucho más tiempo. Algunos vecinos han reunido firmas suficientes entre los aproximadamente 300 habitantes para celebrar un referendo sobre el tema el 5 de abril, el mismo día de las primarias presidenciales del estado.

"Cuando viene la gente, se sientan y miran las vistas y dicen 'Oh, genial. ¿Podemos ver la carta de vinos?''', dijo Todd Bennet, propietario del restaurante Chef's Hat en Ephraim.

Cuando les dice que las ordenanzas locales prohíben el alcohol, comentó, "algunas personas como que nos miran y dicen 'Estamos en Wisconsin, ¿cierto?'''.

El referendo tendrá dos preguntas. Una plantea si el pueblo debe emitir licencias que permitan vender cerveza para su consumo o bien en un restaurante, hotel o taberna o bien fuera del establecimiento. La otra pregunta si el pueblo debe emitir licencias que permitan la venta de vino para su consumo en restaurantes. Ahora mismo no hay tabernas en Ephraim.

La petición la inició Fred Bridenhagen, de 57 años, que creció en el pueblo y ahora tiene cuatro empresas minoristas. El empresario afirma que los restaurantes y otros negocios afrontan un aumento en el precio de la comida y no deberían tener que ceder dinero y clientes a los pueblos cercanos.

El pueblo tiene ley seca desde que lo fundaron noruegos de la iglesia de Moravia en 1853. Algunos vecinos intentaron sin éxito cambiar la norma en 1934 y 1992. Según el sitio web de la localidad, el 59% votó en contra de retirar la prohibición en 1934 y el 74% votó por "no" en 1992.

"Que yo sepa, la única industria que tenemos en Ephraim es el turismo", dijo. "¿Por qué no queremos dar al propietario del negocio la oportunidad de ofrecer el servicio que esperaría un cliente del mercado de hoy?".

Pero Anthony Beadell, de 71 años, ha escrito editoriales en los periódicos locales en un esfuerzo por mantener la tradición iniciada hace 163 años.

"Una vez se abre la puerta al alcohol, no hay modo de pararlo. No se puede dar marcha atrás", afirmó. 

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