Vaticano: “crucifijo comunista” no ofendió

Evo Morales entrega peculiar regalo al Papa

Tanto el Vaticano como Bolivia disiparon los rumores de ofensas o dobles intenciones en la entrega de un "crucifijo comunista" que el presidente Evo Morales regaló al papa Francisco durante su visita al país sudamericano.

La blogosfera católica ardía el jueves analizando lo que Morales, un socialista que en el pasado atacó a la iglesia, quiso decir al entregar el crucifijo tallado en una hoz y un martillo al pontífice argentino, que se sorprendió al recibirlo - una reacción que se puede apreciar claramente en las imágenes del encuentro.

El gobierno de Bolivia dijo que el regalo no era ningún tipo de maniobra política, sino un símbolo que Morales pensó que el "papa de los pobres" apreciaría.

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"Fue de mucho cariño, una obra que fue hecha por manos propias de Luis Espinal", dijo Marianela Paco, ministra de Comunicación. El sacerdote Luis Espinal fue un activista jesuita asesinado en 1980 por presuntos paramilitares durante los meses previos a un golpe de Estado.

Francisco, quien también en jesuita, detuvo el miércoles su comitiva para rezar en el lugar donde fue arrojado el cuerpo de Espinal.

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, dijo que el papa desconocía que Espinal hubiese diseñado el crucifijo cuando lo recibió. Algunas informaciones sugirieron que el pontífice dijo a Morales: "Esto no está bien". Uno de los amigos del papa publicó un tuit citando esas palabras como su reacción, pero Lombardi señaló que desconocía qué había dicho.

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Lombardi dijo que Espinal diseñó el crucifijo como símbolo de diálogo y compromiso con la libertad y el progreso en Bolivia, sin ninguna ideología en concreto. Lombardi dijo que, a título personal, no se ofendió por el regalo.

El vocero destacó además el contexto en que vivía Espinal, de origen español, en aquella época: era un sacerdote que trabajaba por la justicia social en Bolivia durante un periodo de inestabilidad que precedió a una dictadura de derechas conocida por sus abusos de los derechos humanos.

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Sin embargo, uno de los amigos de Espinal, el también jesuita Xavier Albo, dijo que su intención era que la iglesia estuviese en diálogo con el marxismo. Agregó que Espinal había alterado su crucifijo para incorporar los símbolos más potentes del comunismo: la hoz y el martillo.

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