Otro round de Obama y Chávez

WASHINGTON -El presidente de EE.UU., Barack Obama, dijo que confía en manejar las recientes tensiones con Venezuela a raíz de la expulsión de la cónsul de ese país en Miami y reiteró que desea mejorar las relaciones bilaterales. "Mi deseo es que podamos ver una mejoría en las relaciones con Venezuela. Desafortunadamente, hay una tendencia de parte del Gobierno venezolano a usar a Estados Unidos como excusa para el fracaso de algunas de sus políticas internas", sostuvo Obama en extractos de una entrevista. Obama reiteró que su Gobierno seguirá buscando en Latinoamérica el fomento de valores como la democracia, el respeto a los derechos humanos y la libertad de expresión, lo que "va a crear algunas tensiones con Venezuela" que, no obstante, EE.UU. puede "manejar". La expulsión a principios de enero de la cónsul venezolana en Miami, Livia Acosta Noguera, se produjo después de que Univisión transmitiera en diciembre el documental "La amenaza iraní", sobre un supuesto plan en 2006 para atacar los sistemas de varias plantas nucleares en EE.UU., además de la Casa Blanca, el FBI y la CIA. Algunos de los entrevistados dijeron que las embajadas de Irán, Cuba y Venezuela habrían participado en ese plan. En respuesta, Venezuela ordenó el cierre de su consulado en Miami. Las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos se encuentran congeladas desde que en agosto de 2010 Caracas decidió retirar el plácet a Larry Palmer como embajador estadounidense y Washington respondió con el retiro del visado al embajador venezolano en ese país, Bernardo Álvarez. Dificultades para emprender reforma migratoria Durante la entrevista, Obama también reiteró las dificultades que enfrenta para poder emprender la reforma migratoria que prometió durante la campaña electoral en 2008. En ese sentido, admitió que hasta que no se ponga en marcha una reforma migratoria "integral" seguirán las deportaciones y las "historias descorazonadoras" que dividen a familias, muchas de ellas hispanas. A lo largo de los últimos tres años, desde la llegada de Obama a la Casa Blanca, el ritmo de deportaciones ha aumentado y se encuentra en cerca de 400.000 anuales, una cifra que ha suscitado las críticas de las organizaciones pro inmigrantes. La Casa Blanca insiste siempre en que el problema está en que no cuenta con apoyos entre los legisladores republicanos para sacar adelante la reforma migratoria en el Congreso.

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