SANTIAGO, CHILE - La presidenta Michelle Bachelet realizó este lunes un profundo ajuste ministerial que alcanzó a su jefe de gabinete y al ministro de Hacienda, para frenar la severa crisis de credibilidad hacia la clase política y el gobierno de Chile.
La mandataria cambió a nueve de sus 23 ministros y mantuvo su línea de incluir a políticos jóvenes y con poca experiencia en el gobierno.
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Reemplazó a su jefe de gabinete Rodrigo Peñailillo por su ministro de Defensa, Jorge Burgos, y de Hacienda sacó a Alberto Arenas y nombró en su lugar a Rodrigo Valdés, un economista de 48 años que hasta el lunes presidía el directorio del Banco del Estado.
"Hoy es tiempo de dar un nuevo impulso a la calidad de gobierno", afirmó Bachelet.
Marcelo Mella, analista político de la Universidad de Santiago de Chile, dijo a The Associated Press, que el cambio persigue tener personas que "sean intachables", y que su coalición tendrá que construir "consensos sobre los temas sustantivos".
En la oposición, el líder conservador Hernán Larraín dijo que, "queremos saber si efectivamente el cambio de gabinete refleja la decisión de la presidenta de un giro a la moderación", misma aspiración expresada por dirigentes empresariales.
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La caída de Peñailillo fue por su descrédito al conocerse que antes de llegar al gobierno asesoró a un criticado operador político oficialista que recaudó millonarios fondos de la empresa SQM, propiedad de un ex yerno del dictador Augusto Pinochet. Varios directivos de la compañía son investigados por financiamiento ilegal y delitos tributarios.
Los nuevos ministros debutan en las carteras de Interior, Hacienda, Secretaria General de la Presidencia, Secretaría General de Gobierno, Defensa, Justicia, Trabajo, Desarrollo Social y Cultura y las Artes.
La mandataria instó a los nuevos ministros a honrar "la transparencia y la probidad que nos demandan".
Bachelet se encuentra en los mínimos históricos de popularidad y aprobación a su gestión de sus dos gobiernos. Según una encuesta del Centro de Estudios Públicos sólo 29% aprueba cómo está conduciendo el gobierno, mientras 56% lo desaprueba, y sólo un 3% dijo tener confianza en los partidos políticos, un 9% en el congreso y un 17% en el gobierno.
La desconfianza se desató cuando hace unos meses se descubrió que dos empresas, una de ellas SQM, financiaban ilegalmente a políticos de derecha e izquierda, que entregaban boletas falsas a esas compañías por trabajos no realizados, que no sería el caso de Peñailillo, que mostró sus asesorías.
El descrédito alcanzó a Bachelet tras divulgarse un negociado de especulación inmobiliaria de su hijo y nuera.
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