Habla mexicana refugiada en iglesia

Oriunda del estado de Veracruz y de una comunidad agrícola donde se habla más el dialecto Topoluca que el español, Beatriz Santiago Ramírez ha vivido casi 11 años en diferentes ciudades y pueblos de Illinois, "haciendo todo tipo de trabajo para subsistir", según declaró en una entrevista telefónica.

Primero fue en el campo, "desde 'piscar' naranjas, plantar tomate, cortar tabaco y levantar todo tipo de cosecha", aprovechando su experiencia campesina en México.

Luego trabajó en fábricas, haciendo doble turno para empacar champú, jabones de tocador y productos de limpieza, y en procesadoras de alimentos donde la tarea era "pelar elotes, empacar cebollas y papas".

"Con mi hermana trabajábamos de la 1 de la madrugada a las 11 de la mañana, dormíamos tres horas y a las 3 de la tarde estábamos listas para comenzar el segundo turno. La paga era de 4.75 por hora, poco pero seguro", señaló.

Durante el tiempo en que ha vivido en Estados Unidos regresó a México solamente una vez por unos meses, para cuidar de su madre enferma de diabetes en Veracruz.

"Fue a los dos años de haber llegado, después no volví nunca más", dijo Santiago Ramírez, que es madre soltera de dos hijos nacidos en Estados Unidos de 7 meses y 3 años de edad.

En 2009, fue agredida y violada por un anglosajón en Collinsville, un poblado del sur de Illinois donde vivía.

Su atacante fue declarado culpable solamente de agresión física y pasó poco más de un año en la cárcel, aparentemente por influencias de su familia, según la víctima.

Fue entonces que por consejo de los detectives policiales que investigaron el caso, Beatriz se presentó ante Inmigración para reclamar la visa U que se otorga a las víctimas de actos violentos o testigos de crímenes que colaboran con las autoridades.

"Los policías me dijeron que no tuviera miedo, que no me iba a pasar nada", recuerda Santiago Ramírez, quien cooperó con la investigación y testificó contra su atacante, pero no ha podido solicitar la visa "por un tecnicismo legal" de la Fiscalía del condado de Madison (Illinois).

En los contactos con Inmigración fue informada que ya no podía seguir trabajando "con papeles chuecos", por lo que últimamente ha dependido de la ayuda del padre de sus hijos, que es también mexicano indocumentado y trabaja en floricultura en Illinois.

El padre salvadoreño José Landaverde dijo que la Misión Nuestra Señora de Guadalupe resolvió dar santuario de la madre y sus dos hijos mientras la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) de Chicago resuelve el caso.

En una carta enviada a las autoridades, el representante de la United American Catholic Church afirma que la indocumentada recibe "refugio temporal, asistencia legal y alimentos como ayuda humanitaria".

"No es nuestra intención ocultarla, sino ayudarla con la visa U y para que reciba alivio de deportación", agrega sobre la situación de Santiago Ramírez.

Este caso es el primero de su tipo en Illinois desde que la activista mexicana Elvira Arellano, que en 2006 buscó santuario junto a su hijo ciudadano en la iglesia metodista Adalberto deChicago y se convirtió durante un año en la abanderada de los indocumentados.

Arellano abandonó el santuario y viajó a Los Ángeles en 2007, ciudad en la que fue detenida y luego deportada a Michoacán (México), de donde regresó en abril pasado con una visa humanitaria.

En Arizona este año se registraron tres casos de santuario, mientras que en ciudades como Denver, Portland, Nueva York y Washington DC grupos religiosos se organizan y se preparan ante la posibilidad de que más indocumentados busquen refugio en iglesias.

Santiago Ramírez pasa confinada todo el día en la misión, pero dijo que ahora tiene "menos miedo" a la deportación y confía en que podrá establecerse legalmente en Chicago para "trabajar y sacar adelante a mis dos bebés".

Contáctanos