Desde Febrero de 2012, cuando la tasa de asesinatos de Chicago subía descontrolada, se decidió contrarrestarla con mayor presencia policial –haciendo horas extras- en las calles.
Unos 400 policías han estado saturando las áreas de crimen cada noche. Estos oficiales han acumulado horas extras y pagas extraordinarias por estos servicios. La factura -solo de este año- por ese trabajo extra asciende a los $ 100 millones.
El jefe de policía, Garry McCarthy, sostiene que el programa es necesario y efectivo: “Queríamos empezar el programa cuanto antes, cuando se lo propuse al Alcalde me dijo que lo iniciara, que el encontraría luego el dinero”.
Lo cierto es que las tasas de criminalidad bajaron, pero a un precio que repercutirá en el bolsillo del ciudadano. Se espera que la llegada de nuevos policías ayudará a descender paulativamente el gasto en horas extras.
McCarthy sostiene: “La ciudad está bajando las horas extras y estamos volviendo a donde todo comenzó, pero al final del día, no se trata de dólares y centavos. Creo que se trata de un dilema moral”.
