¡La salsa le gana al kétchup!

MIAMI - El anuncio de que la salsa de tomate mexicana desplazó al kétchup como el condimento más usado en Estados Unidos fue apenas el comienzo.

Hoy por hoy, se venden más tortillas que hamburguesas y panecillos para "hot dogs"; los nachos son más populares que las papitas fritas y los tacos y los burritos son tan consumidos que ya ni se les considera una comida extranjera.

Los inmigrantes y las poblaciones minoritarias están alterando el panorama demográfico del país y al mismo tiempo cambiando el menú de los nativos. Las novedades van más allá de los ingredientes que alguna vez fueron considerados esotéricos y hoy cosa de todos los días, como la salsa y los jalapeños.

El nuevo menú estadounidense abarca todo el espectro alimenticio, no algunos productos sueltos. Y este cambio ha sido promovido más que nada por los inmigrantes latinoamericanos.

"Pasa lo mismo que con la pizza y los spaghetti", comentó Jim Kabbani, director ejecutivo de la Asociación de la Industria de la Tortilla. "La gente los considera estadounidenses, no étnicos. Lo mismo sucede con las tortillas".

Los hispanos representan más de una cuarta parte de la población estadounidense y siguen creciendo a paso acelerado. Ese crecimiento modifica profundamente la experiencia culinaria de los nativos. El mercado de alimentos y las bebidas hispanos fue de 8,000 millones de dólares el año pasado, según la firma de investigaciones del mercado Packaged Facts. Para el 2017, ascenderá a 11,000 millones de dólares.

Esto se hace sentir en la dieta de los estadounidenses. Los Doritos, después de todo, son nachos adornados.

El estadounidense le está tomando el gusto a los condimentos y hablan de la salsa mexicana y del chipotle como si fuesen propios. Los cambios de gusto se reflejan en la mesa: Marie Callender's ofrece tacos con camarones asados y aderezo de chipotle; Whataburger tiene tacos de pollo con pimientos poblanos asados, y en El Pollo Loco se puede comer quesadillas de camarones con salsa verde de tomatillos.

La penetración de comidas hispanas es particularmente fuerte entre los jóvenes, sobre todo los de ascendencia hispana que, si bien nacieron en Estados Unidos, conservan las tradiciones de sus padres, comen abundante arroz blanco y hablan indistintamente inglés y español.

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