Crónica de un día violento – pero normal

Era poco más de la una de la madrugada cuando se encontró el cadáver de Christopher Cotton desplomado en el asiento del conductor de un vehículo en una intersección vial en Búfalo, Nueva York. Un asaltante lo mató a tiros y lo dejó dentro del auto, con las ventanillas arriba y las puertas cerradas con seguro. Cerca de una hora antes, Cotton, un técnico farmacéutico, se había reunido con algunos familiares para beber una copa y mirar algunos videos en YouTube. Luego, se marchó para encontrarse con su novia. Nunca llegó. El asesinato de Cotton, de 42 años y padre de tres niños, fue el primero del año en esta ciudad industrial. Pero para todo el país, cuyos habitantes dormían en su mayoría a esa hora, se trató apenas del primer caso en otro día mortífero y de un nuevo ingreso al recuento de personas que mueren baleadas. La matanza del 14 de diciembre de 2012 en una escuela primaria en Newtown, Connecticut, fue una anomalía horrenda. Pero la mayoría de los homicidios en los que se usan armas de fuego cobra sólo una víctima y no suele recibir atención alguna de la prensa. Desde las ciudades más grandes hasta los pueblos más pequeños, más de 31,000 personas mueren por heridas de bala en Estados Unidos cada año, de acuerdo con el Centro de Control y Prevención de Enfermedades.

Se trata de un promedio de 87 casos diarios. Una treintena de éstos corresponde a homicidios. Más de 50 personas usan las armas de fuego para suicidarse. Y otras perecen al recibir tiros en forma accidental, durante operaciones policiales o en otras circunstancias. The Associated Press se dispuso a hacer la crónica de uno de estos días ordinarios, el 19 de enero. No hay forma de saber exactamente cuántas muertes por arma de fuego ocurrieron ese sábado. Pero sólo un caso llegó a la prensa nacional, el de un ex pastor religioso, su esposa y tres niños, asesinados en su vivienda cerca de Albuquerque, Nuevo México.

El hijo de la pareja, Nehemiah Griego, de 15 años, fue acusado de los homicidios. Cerca de las 02:41 de la madrugada casi todos dormían en las viviendas que flanquean la avenida Deer Trace, en McDonough, Georgia, un suburbio de Atlanta.

Pero dentro de una casa, tres adolescentes estaban por protagonizar una tragedia. Un par de hermanos, de 14 y 15 años, habían recibido en su casa a un amigo, para que se quedara a dormir. Poco después de que cayó la noche, la madre de los chicos les permitió que le echaran un vistazo a su revólver calibre .38, que estaba descargado, según la policía. Pero en las siguientes horas, los chicos cargaron el arma, la dejaron abandonada y al parecer se olvidaron de que tenía balas. Se desconoce qué llevó al menor de los adolescentes a tomar de nuevo el arma. Pero cuando la apuntó a su hermano y tiró del gatillo, la bala alcanzó en el pecho al joven, que estudiaba el segundo año de bachillerato en la secundaria Union. Los paramédicos no lograron salvarlo. Ese adolescente no fue la única víctima de un disparo accidental en esa fecha. Unas horas después, Jeffrey Dennehy, de 23 años, falleció en Grasham, Oregón, cuando un amigo cercano portaba una pistola y abrió fuego por error. A la 01:04, Anthony Burns, de 31 años, fue asesinado a tiros en una calle del oriente de Cleveland. Cuatro personas han sido acusadas del homicidio. En Hampton, Virginia, Joseph McQueen, de 30 años, y Clifton Christian, de 24, fueron muertos a tiros frente a un bar, alrededor de la 01:45 de la madrugada. En Allentown, Pensilvania, Kyle Stroman, de 20 años, murió baleado en una esquina, aproximadamente a las 02:00 de la mañana. Cerca de las 02:30, Tracy McFadden, de 44 años, murió abatido a tiros en la avenida Georgia, en Washington, D.C. Por la mañana, resonaron disparos cerca del pequeño poblado de Winnsboro, en el oriente de Texas. Juvenal Gonzales, de 37 años, resultó muerto. Gonzales, quien trabajaba por su cuenta como pintor, se separó de la madre de sus cuatro hijos, a cuya casa había acudido para recogerlos y pasar el día con ellos. Se produjo una discusión, y Gonzales fue baleado por un hombre que estaba dentro de la casa, informó la oficina del alguacil del condado de Franklin. Para algunas personas en el vecino condado de Hopkins, la noticia fue sobrecogedora. Clint Weldon Wilson, de 31 años y acusado de matar a Gonzales, había dado muerte a otra persona antes. Salió libre tras alegar legítima defensa. En Greensboro, Carolina del Norte, Matthew Obrian Norris, de 28 años, murió de varias heridas de bala después de agredir a un amigo que le ordenó marcharse. Los hechos, ocurridos a las 03:28 de la madrugada, se consideraron un homicidio con causa justificada. En la Universidad de Idaho, Jason David Monson, un estudiante de 18 años, jinete galardonado, se mató de un tiro en su dormitorio. Alrededor de las 12:20 del día estallaron disparos en una estación de transporte del área de la Bahía de San Francisco, en San Leandro, California. Ken Seets esperaba un autobús para volver a casa después de trabajar. Una bala hirió en el pecho al hombre de 50 años, quien pereció unos minutos después, en brazos de un chofer de autobús que trataba de ayudarlo. La policía informó que Seets fue alcanzado por el fuego cruzado durante un tiroteo entre pandillas rivales. Las autoridades buscaban a un sospechoso de 18 años. En el condado californiano de Humboldt, el cadáver de Jacob Allen Green, de 24 años y originario de Newport, Oregón, apareció dentro de su vehículo. Según la policía, Green se suicidó un día después de asesinar a Kayla Ann Hendrickson, de 16 años, cerca de Tillamook, Oregón. En Mulberry, Illinois, Charles Chrisman, de 40 años, se mató de un disparo en su casa. El cadáver fue hallado cerca de las 2:43 de la tarde. Y aproximadamente a las 4:15, Jermaine Foster, de 30 años, apareció muerto dentro de un automóvil en Fort Wayne, Indiana. Kristy Aschliman cumplió su promesa de mantenerse en contacto con su familia. Poco antes de la una de la tarde, el automóvil de Aschliman se desvió a una orilla de la carretera vecinal Lincoln y la joven corrió por la nieve. Un hombre con una pistola la persiguió y le dio cuatro disparos en la cabeza, informó la policía. Aschliman murió ahí mismo. En Long Beach, California, tres hombres y una mujer ingresaron a una casa-remolque a las 4:30 de la tarde y abrieron fuego. Mataron a José Luis Vidal, de 24 años. En el barrio Alamo Square, de San Francisco, Jamal Gaines, de 26 años, pereció luego de ser alcanzado por varios tiros, a las 17:30. En Rosewood, Florida, John Freddrick Alford, de 63 años, falleció alcanzado por un disparo de un joven con el que cazaba jabalíes. Aproximadamente a las diez de la noche, el cadáver de Hurbert Dewayne Jackson, de 27 años, fue hallado en una carretera en Little Rock, Arkansas, víctima de un tiroteo. En Greenville, Carolina del Sur, Edward Goldsmith, de 47 años, fue muerto a tiros en el aparcamiento de un complejo de apartamentos. Alrededor de las 9:45 de la noche, en el condado californiano de Tulare, agentes de la patrulla de caminos hallaron a Osevio López, de 34 años, en el asiento del conductor de un vehículo. Había muerto por un disparo en la cabeza. En la comunidad de El Sereno, en Los Angeles, Angel Serna Mancilla, de 27 años, fue herido de muerte por un disparo durante un altercado frente a una camioneta en la que se vendían tacos. En Picayune, Misisipí, Nickoles Ray Sullivan, de 33 años, murió abatido a tiros frente a su casa. Su novia, con quien vivía, fue acusada de asesinato. Aproximadamente a las 11:40 de la noche, Rubén González hijo, de 20 años, fue asesinado a tiros en Santa Ana, California. La policía consideró que el hecho tenía vínculos aparentes con algunas pandillas. En Fort Washington, Maryland, Marcus Jones, de 16 años, murió baleado al salir de una fiesta de cumpleaños a la que acudieron miembros de bandas rivales, Baby Haiti y Danger Boys.

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