“Epidemia de la heroína” – Parte 2

John Roberts, oficial de la Policía de Chicago jubilado, jamás imaginó perder a su propio hijo por una sobredosis de heroína.

“Son palabras que nunca olvidaré: ‘Mr Roberts, no creo que Billy está respirando’’’.

Inspirado en ese dolor, Roberts formó una fundación para hacer charlas en los suburbios sobre las señales para detectar el problema a tiempo.

Dice que las pupilas dilatadas, falta de higiene, cambio de amistades, cambios de rutina, el estar de mal humor, son tan sólo algunas de las señales.

Y esto es algo que Hugo, un ex adicto a la heroína quien quiso ser identificado sólo por su nombre, recuerda perfectamente en los momentos más bajos de su adicción, ya que consumía hasta 3 dosis diarias.

El jefe de la DEA en Chicago, indica que su preocupación es el consumo de la heroína entre jóvenes, porque muchas veces los padres ignoran esta epidemia.

"Deben de involucrarse, y sacar la cabeza de la arena, porque necesitamos de todos’’, dijo Jack Riley, agente especial de la Agencia Antinarcóticos Estadounidense (DEA) a cargo de la región del Medio Oeste.

Y ese fue el caso de Yolanda, quien por mucho tiempo nunca sospechó que su hijo Hugo fuera adicto desde los 13 años.

“El maldito trabajo, hizo que yo descuidara a mis hijos”, dijo Yolanda.

Por tal motivo, la oficina de la DEA en Chicago insiste que la lucha contra la heroína es de todos.

Hugo está de acuerdo. Reconoce que su familia y la fuerza de voluntad le ayudaron a dejar las drogas hace ya casi seis años.

"El gobierno y los narcotraficantes hacen su lucha por hacer lo que tengan que hacer, pero la culpa es de uno’’, dijo.

Recursos:

Pilsen Wellness Center

The Hero Foundation

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