En la mira, madre de “Baby Hope”

NUEVA YORK - Una inmigrante mexicana cuya hija de 4 años fue asesinada, en un caso que ha tardado más de dos décadas en empezar a resolverse, es una mujer agradable, que saluda a sus vecinos y que cuida de niños para ganarse la vida, dijeron el lunes los vecinos de la hispana. Aun así se desconoce por qué Margarita Castillo no denunció a la policía la desaparición de su hija Anjélica, cuyo cadáver fue encontrado en 1991 dentro de una hielera abandonada en una autopista de Manhattan. El nombre de la niña fue descubierto este semana por la policía, tras años de investigación del gran misterio y que hicieron que la pequeña fuera conocida como "Baby Hope" en inglés (Bebé esperanza). "Estoy muy sorprendido. Ella es una señora muy normal. Me la encuentro casi cada día y charlamos un poco", dijo Miguel de la Rosa, un vecino de Castillo, en el barrio de Elmhurst, en Queens. "Mis hijas se criaron con las de ella aquí, hace muchos años". Castillo no abrió la puerta de su apartamento el lunes a varios medios de comunicación, incluida The Associated Press. Según el diario Daily News, Castillo dijo el lunes por la mañana a los periodistas que "está devastada" y que "está esperando justicia". Este fin de semana, un primo lejano fue acusado de asesinarla. Conrado Juárez, de 52 años, confesó haber abusado de ella y de sofocarla con una almohada, dijo la policía. La hielera fue descubierta por trabajadores de la construcción. Dentro estaba el cadáver de la niña desnudo y desnutrido, y algunas latas llenas de Coca Cola. Pesaba apenas 9 kilos (20 libras), la mitad que el promedio de otros niños su edad. Los detectives creen que la hielera estuvo una semana al sol y su cuerpo tenía señales de abuso sexual, pero no estaba claro cómo murió. Nadie reportó su desaparición. Nadie la reconocía en el retrato hablado que se colocó en los postes de la cuidad. En ese entonces no había pruebas con el ADN, por eso fue que apenas el año pasado se hizo su perfil y su cuerpo fue exhumado. Los oficiales le organizaron un funeral en 1993 al que acudieron cientos de personas. El lunes las camionetas de las televisoras rodearon el edificio de Castillo y los vecinos de casas cercanas se acercaban curiosos a ver qué ocurría. Los que conocen a la mexicana la describieron como alguien agradable, que saluda a los conocidos y que cuida de varios niños. Castillo vive con algunas de sus hijas y sus nietos en el apartamento 2C del edificio, dijeron. "No sé por qué no denunció el caso. Ella nunca me dijo nada. Sus hijas nunca dijeron nada. Hasta ayer que alguien me explicó lo que pasó", dijo Jorge González, de 24 años e hijo del portero del edificio donde vive Castillo. "Ella es muy buena gente, muy amable. Cuando yo llegaba de la escuela ella a veces hacía broma y decía 'llegaste temprano, te fugaste de la escuela'. Ella era como familia aquí en el edificio". Josefina Abreu, una vecina, dijo que Castillo se dedica a cuidar niños durante el día, algo que también explicó De la Rosa. Jackie Binady, otra vecina, dijo que se sorprendió al ver las noticias el domingo por la noche. "Es chocante, la verdad. Ella es una mujer simpática, que saluda. Me costó creer lo ocurrido", dijo Binady. El diario Daily News reportó el lunes que una de las hijas de Castillo, Jessy Rojell, de 22 años, dijo que su madre se sintió "sorprendida" y "aliviada" de saber finalmente lo que le pasó a su hija Anjélica. Castillo se enteró supuestamente cuando la policía fue a visitarla recientemente y la interrogó.

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