La extorsión, una lacra que sigue llevando a la ruina a muchos hondureños

Tegucigalpa, 5 abr (EFE).- Muchos micro, pequeños y medianos empresarios de Honduras han tenido que cerrar sus negocios y otros están por hacerlo ante la imparable ola de extorsión por parte de bandas criminales que operan en varias ciudades del país.

"¿Usted ve aquella caseta con dos ventanas y puerta grande cerca de la esquina? Pues ahí tenía mi pequeño negocio en el que vendía granos básicos, refrescos, frutas, pan y otras cosas, era una pequeña pulpería", dijo este viernes a Efe una vecina del barrio Las Torres, en el extremo sur de la capital hondureña.

Las Torres es uno de los tantos barrios donde operan los extorsionistas en Tegucigalpa.

Por miedo, la mujer pidió la reserva de su nombre, lo que también hicieron dos propietarios de autobuses del transporte que cubren una ruta entre el centro y el sur de la ciudad.

"Esos malditos me exigían 1.000 lempiras diarios (40 dólares) y me amenazaban con matarme si no les pagaba puntual todas las tardes, eso nos ha llevado a la ruina a mi esposo y mis tres hijos", añadió la misma mujer.

La situación se agravó cuando surgió una nueva banda de extorsionistas que comenzó a exigirles también 1.000 lempiras, lo que según el relato de la otrora "microempresaria" hondureña, les llevó a tomar la decisión de cerrar su negocio porque era imposible juntar el dinero que les exigían dos grupos de delincuentes.

Casos de este tipo abundan en las principales ciudades de Honduras y son muchos los micro, pequeños y medianos empresarios que no creen en la Fuerza Nacional Antiextorsión Maras y Pandillas que el Gobierno que preside Juan Orlando Hernández puso en marcha a mediados de julio de 2018.

"Nosotros no vemos que esa Fuerza Antiextorsión haya sacado de aquí a los extorsionadores", añadió la misma perjudicada, quien además dijo que ahora sobreviven con el "raquítico sueldo" que gana su marido en una industria asociada a la construcción.

Además, por el mismo miedo, imploró que "por favor no diga dónde, ni el tipo de empresa en que trabaja mi marido porque esos asesinos son capaces de ir a buscarlo para matarlo".

Por la misma lacra de la extorsión, más de una decena de autobuses del transporte urbano que cubren en parte el sector de Las Torres, fueron paralizados hoy por su propietarios.

"Ya no podemos con tanta extorsión, a nosotros nos extorsionan tres bandas que nos piden 3.000 lempiras diarios" (unos 122 dólares), dijo uno de los empresarios del transporte que paralizó las dos unidades que tiene.

Añadió que dos autobuses, de unos 25 pasajeros cada uno, "no son para que nadie se haga millonario", y que por esa razón no entiende por qué las bandas de extorsionistas les exigen tanto dinero.

Los extorsionistas cobran lo que ellos denominan un "impuesto de guerra", con lo que han llevado a la quiebra no solo a empresarios del sector transporte, que incluye a taxis, servicio interurbano y transporte de carga de diversos productos y servicios, sino también a propietarios de otro tipo de negocios.

Los empresarios que hoy paralizaron sus unidades denunciaron además que una de las bandas de extorsionistas les ha comenzado a "exigir 200.000 lempiras (unos 8.150 dólares) porque se van de vacaciones en Semana Santa".

Esa nueva exigencia "es adicional a los 3.000 que nos exigen a diario tres de esas bandas de asesinos", recalcó.

De los transportistas que paralizaron hoy sus unidades, al menos tres coincidieron en señalar que no creen en la Fuerza Nacional Antiextorsión, porque no ven resultados.

Tampoco creen en la Fuerza Nacional de Seguridad del Transporte Urbano que Hernández puso en marcha en la segunda semana de marzo, compuesta en principio por 500 agentes , de los que 100 han sido asignados a Tegucigalpa y el resto en otras ciudades del país.

"En esta ruta nosotros no hemos visto a ningún policía de esa Fuerza", dijo el propietario de otro autobús que, además, teme con que las bandas delictivas lo maten o le quemen su unidad por no poder pagar lo que le exigen como extorsión.

"Los de esa Fuerza deberían de andar en los buses con buen equipo y buscar la forma de atrapar a los extorsionadores", acotó.

Muchos dueños de taxis han optado por dejar el número de circulación asignado y pintar la unidad de blanco a otro color, para dedicarse a prestar un servicio con clientes fijos.

"A nosotros nos ha pasado algo igual, tuvimos que cerrar porque no pudimos soportar tanta extorsión", expresó a Efe la expropietaria de una floristería que durante muchos años mantuvo su negocio en una zona comercial de Tegucigalpa.

Añadió que "así como están las cosas en el país, nadie puede crecer como empresario".

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