La laguna de Humboldt Park en cuarentena: Casi vacía y enigmática

Hace casi un año, de un día para otro, un pequeño lagarto entrometido cautivó a los habitantes de Chicago y volvió la laguna de Humboldt Park en un sitio de interés internacional.

Durante varias semanas, miles acudieron a la laguna, enclavada en el tradicional vecindario de Humboldt Park, para tratar de atisbar al misterioso reptil que observaba a todo —y a todos—desde una precavida distancia social.

Y pronto se armó la fiesta y el jolgorio con grupos de salsa y merengue, tríos y vendedores de comida y bebidas. Emprendedores ofrecían camisetas estampadas con la divertida imagen de un lagarto ataviado con sombrero de palma junto a una de las icónicas banderas puertorriqueñas que engalanan El Paseo Boricua en la calle Division.  

La fiesta alcanzó tal ebullición que la policía tuvo que acordonar la laguna para permitir que un cazador de lagartos —traído de Florida— pudiera atrapar al escurridizo reptil. Y lo atrapó en solo horas para sorpresa y algarabía de todos.

Ahora, en estos azarosos días de COVID-19, la laguna de Humboldt Park está casi vacía. En la Boathouse, donde en los tiempos del lagarto no cabía un alma, un ganso hizo su nido en un enorme masetero de piedra, las sillas y las mesas del pequeño restaurante se hallan apiñadas y los coloridos botes de patos gigantes y las bicicletas para alquilar lucen por su ausencia.

Pero la vida sigue… eso sí, todos guardando la distancia social para beneplácito de la alcaldesa Lori Lighfoot. Las parejas empujan a sus bebés en carriola, los jóvenes montan en bicicleta o pasean a sus perros mientras que otros leen un libro o escuchan música en su celular ante la severa y solitaria estatua de Alexander Von Humboldt.

Todos extrañando aquellos días cuando apareció un lagarto.

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