William Rodríguez Abadía publica libro revelador

William Rodríguez Abadía ha escrito el libro “Yo soy el hijo del cartel de Cali” (Editorial Aguilar) para dar a conocer su verdad: la de un hombre que reconoce sus faltas y errores, pero que asegura que ha cambiado para encontrar la libertad.

Esa libertad, que pagó con 5 años de cárcel en Estados Unidos y la entrega de sus bienes, nunca la tuvo por ser el hijo de Miguel Rodríguez Orejuela, uno de los mayores capos del narcotráfico colombiano.

A sus 49 años, Rodríguez Abadía dice que es un hombre libre que entendió que el camino de la delincuencia asociada con el poder, la corrupción y el narcotráfico solo tiene dos destinos: una tumba o una celda.

En su libro, el hombre que fue señalado durante más de una década como el número 3 del Cartel de Cali, narra su primera infancia junto a su madre, quien lo trajo a Estados Unidos para vengarse de su padre y que lo condena así a una terrible soledad que luego cambia por una familia paterna que le da la estabilidad y el cariño que le hacían falta.

También habla de sus amores, su paso como dirigente de su gran pasión, el fútbol y el equipo América de Cali, las constantes amenazas de otros narcotraficantes y el atentado que casi le cuesta la vida.

Pero, sobre todo, Rodríguez Abadía habla sobre su compleja relación con su padre, a quien describe como un hombre alejado de la realidad por una falsa ilusión de poder y al que luego termina imitando en un momento en que creyó estar por encima del bien y el mal.

A continuación Rodríguez Abadía responde a las preguntas de Telemundo sobre su libro.

¿Por qué escribió este libro?
Por 3 razones: la primera, porque me cansé de que otros hablaran de mi familia, nos convirtieran en mitos y ya era hora de que alguien desde el seno de la familia cuente su verdad. La segunda, porque quise dar testimonio de uno de los momentos más oscuros de la política colombiana conocido como el Proceso 8.000. Y la tercera, porque quiero decirle al mundo de que una persona sí puede cambiar (para bien).

¿Por qué revivir ahora hechos ocurridos hace 20 años?
Hoy se vuelve a escuchar que entró dinero del narcotráfico en la campaña presidencial de (Juan Manuel) Santos. No se ha aprendido de la historia. Son memorias que se quieren olvidar porque se sigue con el peor de los males, la corrupción, de la que nosotros fuimos parte.

¿Cuál es su concepto del narcotráfico?
El narcotráfico es cíclico. Primero el problema era Pablo Escobar, y nosotros (el Cartel de Cali) ayudamos a acabar con él, luego nos convertimos en el problema, después apareció el Cartel del Norte del Valle, los paramilitares. El tema de fondo es el mismo: la clase dominante que quiere seguir lucrando de los delincuentes a través de la corrupción. Mientras eso no cambie los problemas seguirán pero con diferentes actores.

¿Qué alimenta al narcotráfico?
La corrupción. Hay un vacío de poder y se han dado momentos en nuestra historia en los que los delincuentes estaban por encima de la ley, mi padre fue uno de los que tuvieron tanto poder que decidía lo que se hacía o no se hacía en el país.

La prensa dice que usted testificó en contra de su padre y su tío.
No sé si eso piensa mi tío Gilberto. Mi padre no porque entendió al final que yo esperé 4 años para entregarme. Yo acepté mi culpabilidad, la responsabilidad penal es individual, yo nunca he ido en un juicio en contra de nadie.

¿Cómo fue su entrega a las autoridades?
Yo tenía dos procesos abiertos, uno en Nueva York y otro en Miami. Si hubiera querido solucionar rápido me hubiera entregado por el proceso en Nueva York y no hubiera pagada uno día de cárcel porque yo era el puente conector para extraditar a mi padre y tío. Yo acompañé a mi padre hasta que lo montaron al avión para extraditarlo, ese día él perdió una guerra de 20 años y empezó mi huida de 4 años.

Repite en el libro que “el crimen no paga”.
Para algunos sí, como (expresidente Ernesto) Samper que se salió con la suya. A mí no me pagó, perdí mi libertad, mis bienes, casi a mi familia, recibí 8 balazos.

Afirma en el libro que es posible cambiar, ¿cómo ha sido su transformación?
Rompí cadenas con el pasado. Yo era enfermo del poder, del reconocimiento, del dinero, lo tenía todo, pero no era feliz, vivía con un stress crónico. Ahora, con una vida más sencilla, soy más feliz, vivo tranquilo con mi esposa y mis dos hijas. Yo entregué mi libertad a las autoridades para ser libre del mundo del narcotráfico.

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