Mentirosos patológicos: ¿Conoces uno?

¿Nunca has tenido una conocida que no podía vivir sin decir una mentira? ¿Incluso si se detectaba su mentira ella mentía más para salir airosa de la situación? El síndrome de mentiroso patológico lamentablemente es mucho más común de lo que se cree. Se presenta en mayor medida en los niños que en los adultos, pero con consecuencias mucho más nocivas en los segundos.

Contrario a lo que se piensa esta patología no está relacionada estrictamente con los hombres, según la Asociación Americana de psicología es un desorden que afecta tanto a hombres como mujeres por igual. Los mentirosos patológicos son personas adictas a mentir, más allá de si sus mentiras consiguen algún fin práctico. Pueden mentir sobre lo que comieron al mediodía, solo para parecer más interesantes.

Según los expertos, en la mayoría de los casos, los mentirosos compulsivos son personas que se criaron en ambientes rigurosos o violentos donde era necesario mentir para escapar de castigos. Aunque todos los niños mienten, en los casos de los mentirosos patológicos se suma su baja estima y por lo tanto tienden a dramatizar para ser aceptados y ganar protagonismo. Según la APA esta patología se empieza a desarrollar a partir de los 10 años, que es cuando el cerebro es capaz de crear mentiras creíbles.

Unas mentes difíciles de comprender

En el otro extremo también hay adultos que sufren un ego enorme o son narcisistas y encuentran en la mentira compulsiva una válvula de escape para poder sostener una construcción impresionante de su identidad. Cualquier exageración vale si el premio es sentirse mejor y ser reconocidos ante los demás.

Muchos se preguntan si los mentirosos compulsivos son conscientes de que mienten, los estudios señalan que el 80% de los mentirosos patológicos saben que lo hacen. Pero lo cierto es que no son conscientes del dolor que pueden causar sus engaños a los demás. Algunos expertos se atreven a afirmar que los mentirosos compulsivos incluso carecen de cierta conciencia moral. Se enojan mucho si se los atrapa en una mentira y se escapan de la acusación con otra telaraña de mentiras.

Es difícil entender sus mentes y raramente son capaces de reconocer que son mentirosos crónicos. A lo sumo dirán que alguna vez mienten, pero agregarán: “¿Quién no miente alguna vez?”. Suelen ser personas muy estresadas. Es fácil imaginarse lo difícil que es recordar a quién se le dijo qué en cual circunstancia.

Mentir lleva esfuerzo y aunque puede ser eficiente en el corto plazo es imposible mentir en todo sin ser descubierto. Si tienes un amigo que llega a estos límites ten en cuenta que estás ante alguien con una patología psicológica. Mantén distancia y estate dispuesta a ponerle un filtro a la mayoría de lo que dice.

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