Se vuelven a ver las caras

Doce años después de enfrentarse como jugadores en una eliminatoria memorable de Liga de Campeones entre Barcelona y Chelsea, Pep Guardiola y Roberto Di Matteo volverán a verse las caras nuevamente, ahora como técnicos de ambos equipos, en un choque que ya se ha erigido en un clásico del fútbol europeo.

El reencuentro será el próximo 18 de abril en Stamford Bridge, en el primer partido de unas semifinales en el que el Chelsea buscará vengarse del 'iniestazo' que le apeó de la final de 2009. "Son semifinales de la Champions. Está todo dicho. No será fácil, deberemos hacer una buena eliminatoria para llegar a Múnich", reconocía hoy Guardiola acerca de su contrincante.

Quizás no sea el mejor momento del Chelsea, pero Pep es cauto. "Es un histórico de los últimos años en el fútbol inglés, uno de los grandes de Europa, siempre han estado arriba durante los últimos años". Hace más de una década, cuando vestía la camiseta azulgrana, ya conoció el peligro que supone este experimentado rival.

Fue en los cuartos de final de 1999-2000, cuando ambos equipos se hallaban lejos de su estatus actual. Por aquel entonces, el Barça buscaba su segunda Liga de Campeones sin demasiado éxito, mientras el Chelsea no pasaba de ser un equipo de clase media europea. Sin embargo, los ingleses sometieron al Barça en la ida (3-1) en tierras inglesas, un resultado que obligó al equipo catalán a acudir a la épica de las grandes remontadas europeas en el Camp Nou.

Y así fue. En un encuentro memorable, en el que se llegó a la prórroga, el equipo entrenado por Louis Van Gaal y con hombres como Rivaldo, Figo, Kluivert o Guardiola, apabulló a los "blues" por 5-1 y accedió a semifinales, donde perdió ante el Valencia. Di Matteo vivió aquella derrota en primera persona, pues partió como titular en el centro del campo del conjunto inglés, con Guardiola a pocos metros. Ahora, el suizo tendrá la oportunidad de devolverle el golpe, tras relevar al destituido técnico Villas-Boas.

"Está haciendo muy buenos números y un buen trabajo", destaca Guardiola sobre Di Matteo. "Es un equipo con mucha experiencia, jugadores fantásticos en todos los sentidos. En una competición corta como la Champions son capaces de todo". Guardiola sabe de lo que habla. Y no precisamente de aquella eliminatoria de hace doce años, sino de lo que vino años después con cuatro enfrentamientos que acabarían tejiendo una inmensa rivalidad. El primer choque fue en octavos de final 2004-2005. El 2-1 favorable de la ida para el Barça se fue al traste en una media hora aplastante de los locales, con tres goles de un Chelsea apabullante.

Ronaldinho dio vida al Barça con dos tantos antes del descanso, el segundo de ellos con aquel punterazo desde la frontal que congeló el tiempo. Pero un remate de cabeza de Terry en un saque de esquina en la recta final, en el que hubo un agarrón a Valdés que el colegiado Pierluigi Colina no apreció, acabó con toda esperanza. La revancha llegó al año siguiente, también en octavos. La expulsión de Asier Del Horno por un placaje a Messi (1-2) llevó a José Mourinho a ironizar sobre "el teatro del bueno" en Cataluña. Para espectáculo, el que exhibieron los culés en la vuelta (1-1). El Barça de Ronaldinho lograría ese año su segunda Champions, mientras Mourinho empezaba a engendrar una pésima relación con su exequipo.

Los caprichos del sorteo llevaron a Barça y Chelsea a toparse de nuevo en la liguilla otro año después (2006-07). La era Rijkaard en el banquillo culé empezaba a declinar y el Barça nunca superó a su rival. Cedió el primer partido (1-2) y empató el segundo (2-2). Pero la cúspide llegó en 2008-2009 (0-0/1-1), en unas semifinales que guardaron para siempre los nombres de Iniesta y Ovrebo en el imaginario colectivo. Andrés fue la cara, al llevar al Barça a la final con un golazo agónico en el tiempo añadido.

En la cruz, el controvertido arbitraje del noruego Tom Henning Ovrebo, quien expulsó injustamente a Abidal y no señaló varios posibles penaltis para el Chelsea, que Stamford Bridge aún no ha olvidado. Un aliciente más para uno de los mejores partidos del panorama europeo. Guardiola y Di Matteo bien lo saben.

Contáctanos