El papa Francisco fustigó el sábado a quienes en la búsqueda de privilegios han llegado a la corrupción, el narcotráfico y la violencia o, como en el caso de la jerarquía católica minan la salud del clero al caer en la tentación de los acuerdos bajo la mesa.
Al iniciar su segundo día de actividades en México, con una recepción en Palacio Nacional y más tarde en un encuentro con todos los obispos del país, el pontífice fue contundente al hacer un diagnóstico de los factores que han creado la descomposición social que aqueja al país.
"Cundo se busca el camino del privilegio, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo", dijo.
Ante el presidente Enrique Peña Nieto, su esposa Angélica Rivera, los miembros del gabinete, gobernadores, legisladores y representantes de partidos políticos, llamó a la "construcción de una política auténticamente humana y una sociedad en la que nadie se sienta víctima de la cultura del descarte".
El pontífice, tercero que visita México, es el primero que ha recibido honores de Jefe de Estado en Palacio Nacional, localizado a un costado de la Catedral Metropolitana, donde más tarde se reuniría con los obispos del país, a quienes dirigió un severo mensaje.
"Sean obispos de mirada limpia, de alma trasparente, de rostro luminoso. No tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar", dijo apenas al iniciar su mensaje en la Catedral Metropolitana.
"Vigilen para que sus miradas no se cubran de las penumbras de la niebla de la mundanidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa".
El papa, nacido en Argentina como Jorge Mario Bergoglio, evitó citar casos específicos; no obstante, hizo una contundente advertencia a los obispos para que evitaran ponerse en manos de los actuales "faraones", en una aparente referencia a los poderes fácticos que gobiernan México.
"No pongan su confianza en los 'carros y caballos' de los faraones actuales, porque nuestra fuerza es la 'columna de fuego' que rompe dividiendo", afirmó antes de referirse claramente a uno de los principales problemas que enfrenta la sociedad mexicana: el narcotráfico.
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Aquí, no se anduvo con medias tintas. Pidió a los obispos que no minimicen el alcance de las organizaciones criminales, en las que muchos de sus integrantes también están promoviendo cultos que nada tienen que ver con la luz y el amor.
El Papa en México
"Les ruego no minusvalorar el desafío ético y anticívico que el narcotráfico representa para le entera sociedad mexicana, comprendida la Iglesia", sostuvo.
Más todavía, expresó el papa, el clero no debe condenar de manera genérica el tráfico de drogas, sino que debe referirse a casos puntuales e involucrarse en los problemas de la gente.
"La proporción del fenómeno, la complejidad de sus causas, la inmensidad de su extensión, como metástasis que devora, la gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones, no nos consienten a nosotros, pastores de la Iglesia, refugiarnos en condenas genéricas", aseguró.
Tras pedirles ser humildes y acercarse a las comunidades marginadas, el pontífice emitió una severa crítica a los obispos y sacerdotes para que se coloquen por encima de las habladurías, de las intrigas y evitar caer en las telarañas de grupos de poder.
"No pierdan, entonces, tiempo y energías en las cosas secundarias, en las habladurías e intrigas, en los vanos proyectos de carrera, en los vacíos planes de hegemonía, en los infecundos clubs de intereses o de consorterías", pidió. "No se dejen arrastrar por las murmuraciones y las maledicencias".
Aunque estaba previsto que el papa Francisco dedicara mensajes en favor de los indígenas y los migrantes durante las visitas que tiene programadas a Chiapas y Chihuahua, desde el sábado dejó ver la importancia que ambos tienen en la Iglesia moderna.
"Los indígenas de México aún esperan que se les reconozca efectivamente la riqueza de su contribución y la fecundidad de su presencia", afirmó.
"Es necesario () superar la tentación de la distancia y del clericalismo, de la frialdad y de la indiferencia, del comportamiento triunfal y de la autorreferencialidad", dijo.
