Las zonas arqueológicas de México, como Teotihuacán y Chichén Itzá, reciben cada año millones de visitantes que aún se deslumbran con su majestuosidad y señorío.
Sin embargo, en el país hay otros sitios prehispánicos que no resultan conocidos y que, al verlos, causan sorpresa y admiración, como ocurre con la zona de Guachimontones, en el estado de Jalisco, en el occidente del territorio mexicano.
Se trata de un centro ceremonial y antiguo asentamiento prehispánico ubicado en el municipio de Teuchitlán, aproximadamente una hora al oeste de la ciudad de Guadalajara, “la Perla de Occidente”.
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Según las investigaciones, fue construido por una compleja sociedad que existió desde 300 a.C. hasta 900 d.C.
El centro ceremonial está conformado por varias construcciones que tiene un estilo arquitectónico peculiar: son pirámides cónicas escalonadas (una de ellas con restos de un palo de volador) rodeadas de patios circulares, dos juegos de pelota, un anfiteatro y algunas terrazas y edificios menores.
El sitio se había mantenido tan oculto a los ojos de la modernidad, que aún hoy continúa en fase de exploración y sus grandes dimensiones exigen una de largo plazo.
La zona prehispánica consiste en estructuras en forma de círculos concéntricos, que utilizaban para adorar a los dioses, principalmente a Ehécatl (Dios del Viento).
En una vista aérea, se puede apreciar la forma de círculo perfecto de su edificio ceremonial y de sus asentamientos rodeados, en donde se piensa que la comunidad se sentaba para ver, y a bailar, para sus dioses elementales: los del viento, agua, fuego, tierra.
En el centro de la estructura circular principal, con pisos que forman un calendario exacto de 52 años, existe un largo orificio; posiblemente allí se ponía un poste, del cual los sacerdotes se sujetaban y se mecían de un lado a otro simulando el vuelo de un ave, en una tradición ofrecida en honor del dios Ehécatl.
El dios Ehécatl, en imagen tomada de Códice Borgia. Foto Wikipedia Commons..
Los conjuntos arquitectónicos hablan de su acceso restringido y de uso exclusivo para las familias de gobernantes y la casta sacerdotal. Los recintos circulares del occidente son únicos, pero su geometría sigue principios ampliamente cosmológicos, comprendidos y compartidos por los pueblos de Mesoamérica.
El 12 de julio de 2004, la UNESCO declaró Patrimonio Mundial de la Humanidad al Paisaje agavero y antiguas instalaciones industriales de Tequila, que incluye a la zona de Teuchitlán, 34 mil 658 hectáreas entre el pie del Volcán Tequila y el cañón del Río Grande.
Sin embargo, al igual que como ha ocurrido en otros sitios arqueológicos del continente americano, como Calixtlahuaca y Tiahuanaco, en Bolivia, las construcciones de Guachimontones han sido maltratadas por el paso de los años y la ignorancia de los habitantes de comunidades vecinas, que han empleado muchos de los materiales de las ruinas para empedrar calles y levantar sus casas.
