Duro golpe a la mafia mexicana

LOS ANGELES - En sus casi tres décadas de reclusión, un homicida convicto e integrante de la llamada Mafia Mexicana controlaba una red de pandillas callejeras en Los Angeles que vendían drogas, cometían asesinatos y robaban a estudiantes de la Universidad del Sur de California, dijeron autoridades en una acusación que fue hecha pública el jueves. Los investigadores creen que Danny Román utilizaba a su hija Vianna Román, de 23 años, y al esposo de ésta, Aarón Soto, para dar órdenes a miembros de pandillas que efectuaban sus actividades delictivas en vecindarios y que recibían protección de la Mafia Mexicana en caso de que cayeran presos. La acusación de 110 páginas ilustra los estragos que causa la Mafia Mexicana desde las prisiones de máxima seguridad debido a las "comisiones" que cobran a los miembros que efectúan actividades delictivas en las calles. Entre los delitos que figuran en los documentos y se vinculan con Román, de 56 años, está el asesinato perpetrado en mayo de un miembro de una pandilla y el robo a punta de pistola ocurrido en diciembre de tres estudiantes de la USC. Thom Mrozek, portavoz de la oficina del secretario de Justicia federal, dijo que Román no estaba acusado porque purga prisión perpetua sin posibilidad de que reciba libertad condicional por un homicidio doloso ocurrido en 1984 y por el que fue declarado culpable. Mrozek declinó hacer más declaraciones. En la acusación se fincan a Vianna Román, Soto y otros 23 sujetos cargos de delincuencia organizada -por el que afrontan posible prisión perpetua-, tras una investigación llamada "Operación Imperio de Román" que duró dos años y medio. Cuatro individuos más fueron acusados de otros cargos. Se desconocía de inmediato si algunos de los acusados tenían abogado. Los fiscales federales dijeron que Román tenía poder sobre 13 pandillas en el sur de Los Angeles, como los Harpys, que surgieron a mediados de la década de 1960 y que trafican metanfetaminas, heroína y cocaína. Según documentos judiciales, los miembros de las pandillas vinculadas a la Mafia Mexicana a menudo utilizaban lenguaje codificado mientras hablan en persona, por teléfono o en sus mensajes de texto. En agosto de 2011, Jaime Montano, quien también está acusado, solicitó a un informante confidencial que buscara la aprobación de Román para matar a un preso que se encontraba en la cárcel estatal Centinela y que había testificado contra un miembro de otra pandilla, según la acusación. El asesinato nunca se llevó a cabo.

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