El Papa dará su primera misa en Ecuador

Camisas, abanicos, estampillas y otros artículos con la imagen del Papa Francisco se vendían y repartían este domingo en los exteriores del Parque Samanes, donde el lunes el sumo pontífice oficiará la única misa prevista en su gira para la ciudad costera de Guayaquil, en el suroeste de Ecuador.

El movimiento en la avenida Paseo del Parque, la principal vía del lugar, fue intenso desde tempranas horas. Los vehículos que llevaban los últimos detalles para la ceremonia y de la organización eran los únicos que podían transitar por el sitio.

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Los voluntarios inscritos para el evento fueron los primeros civiles en ingresar este lunes a las 50 hectáreas destinadas para la ceremonia.

Quienes tienen como labor estar dentro de los 32 bloques para apoyo logístico y eucarístico quedaron asignados en sus respectivos sitios.

Los restantes voluntarios ingresaron pasado al mediodía. Algunos tenían la labor de repartir agua a los presentes en el lugar para aliviar el calor por la alta temperatura de Guayaquil.

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Sandra Veloz, una profesora que como parte del voluntariado se dedicará a entregar agua, comentó que su caso es especial pues no se inscribió para la tarea sino que le llamaron de su iglesia para participar.

La voluntaria aseguró que también aprovechará este evento para pedir por su salud y por su hogar. "Pasaré esta noche aquí, será un trabajo duro, pero vale la pena", dijo.
Mientras tanto, otros voluntarios se preparaban para la vigilia de esta noche.
Preparaban dinámicas de grupo, cantos y organizaban actividades religiosas como oraciones y rosarios.

Cristhian Simbaña, universitario que estudia odontología, indicó que "la idea es pasar en oración para recibir al santo padre con entusiasmo y alegría".

Simbaña tendrá este lunes la tarea de organizar a los presentes y socorrer a las personas que tengan algún problema de salud o a los extraviados.

En total, hay 4,500 voluntarios inscritos para colaborar en toda las actividades que se desarrollarán en el Parque Samanes antes, durante y después de la misa.

Cientos de personas, en cambio, esperaban en la vía principal la apertura de las puertas. Algunos llegaron con sillas, carpas para dormir, parasoles y hasta plásticos para poner en el piso. Usaban abanicos y cartones para sofocar el calor que se sentía hasta la tarde en la ciudad.

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