Credibilidad de Obama en entredicho

WASHINGTON - Durante más de una semana la Casa Blanca advirtió que la intervención militar contra Siria era inminente. Sin embargo, la decisión inesperada del presidente Barack Obama para solicitar autorización al Congreso representa una apuesta arriesgada que puede tener efectos devastadores en su credibilidad si al final no hay intervención en respuesta al mortal ataque con armas químicas en el que se cruzó "la línea roja" de la que él mismo habló. La sorpresiva rectificación también provoca dudas acerca de la firmeza con que el presidente toma decisiones y puede alentar a los líderes de Siria, Irán, Corea del Norte y cualquier otro país a pensar que Obama no respalda sus palabras con acciones concretas. En un mensaje emitido el sábado a toda prisa en la Casa Blanca, el presidente sostuvo que tiene las facultades para ordenar el ataque. Pero ante la posibilidad de que la intervención sea reprobada por muchos estadounidenses, el comandante en jefe optó por compartir la responsabilidad y pedir a los congresistas que lo apoyen. "Aunque creo que tengo la autoridad para llevar a cabo esta acción militar sin la autorización específica del Congreso, sé que el país será más fuerte si seguimos esta vía, y nuestras acciones serán más efectivas", dijo Obama. El giro de Obama puede traer grandes consecuencias, tanto en Estados Unidos como en el exterior. El rechazo del Congreso a la intervención militar sería una derrota humillante para un presidente en su segundo mandato que aún batalla para tener influencia en Washington. También podría debilitar su prestigio internacional en un momento en que hay crecientes dudas sobre la influencia estadounidense, particularmente en el mundo árabe. La Casa Blanca vislumbra implicaciones políticas positivas al remitir la decisión sobre el ataque al congreso. Obama puede así cumplir las promesas que hizo cuando era senador y candidato presidencial, en las que instó a consultar al congreso cuando la Casa Blanca va a usar la fuerza militar. Y dado que la opinión pública estadounidense está agotada de la guerra y muchos se oponen incluso a una intervención modesta contra Siria, Obama podría compartir con el congreso el lastre de lanzar una incursión. Una encuesta de NBC levantada la semana pasada arrojó que pese al ataque con armas químicas lanzado por el régimen sirio, 50% de los consultados opina que Estados Unidos no debe tomar represalias contra el gobierno, mientras 42% cree que sí. Sólo 21% opinó que un ataque contra Siria es un asunto de interés nacional. Los asesores de Obama no han dicho que hará el presidente si el Congreso no aprueba la intervención. Si lanza la intervención pese al rechazo podrá decir que mientras los legisladores obstruyen sus planes un autócrata puede matar civiles sin sufrir consecuencias. No está claro que tan efectivo será ese enfoque dado que Obama ha dudado en involucrarse en la larga guerra civil siria. Más de 100,000 personas han muerto durante los combates entre el ejército y las fuerzas rebeldes que tratan de derrocar al mandatario Bachar Assad. Fue el propio presidente quien declaró el año pasado que se cruzaría una "línea roja" si Assad usaba su arsenal de armas químicas. Funcionarios de Estados Unidos sostienen que eso ha sucedido en numerosas ocasiones en este año, la más reciente el 21 de agosto en los suburbios de Damasco. De acuerdo con el gobierno de Estados Unidos más de 1,400 personas murieron en el ataque con gases, entre ellas, 426 niños. Las expectativas de una respuesta de Obama al ataque aumentaron no sólo por la gravedad del caso sino por la escasa respuesta de la Casa Blanca al uso de armas químicas por parte de Assad a principios de este año. Aunque el presidente ha aprobado la entrega de armas ligeras y municiones a las fuerzas rebeldes, los cargamentos aún no han llegado a su destino. Durante la semana pasada pareció que Obama estaba listo para cumplir sus promesas de actuar en caso de que se usaran armas químicas. Cinco destructores equipados con misiles crucero Tomahawk fueron puestos en alerta en el mar Mediterráneo. El secretario de Defensa Chuck Hagel declaró que el ejército estaba "listo para actuar" en cuanto el presidente diera la orden. Pero en el curso de la semana el apoyo internacional hacia Obama comenzó a erosionarse. Una vez más, Rusia bloqueó las sanciones contra Siria en el Consejo de Seguridad de la ONU. La OTAN declaró que no lanzaría una intervención militar coordinada y, en lo que fue el golpe más duro para la Casa Blanca, el parlamento británico rechazó el ataque, una sorprendente derrota para el primer ministro David Cameron, un aliado clave de Obama. Pese a los retrocesos, Obama y su equipo estaban listos para proceder sin autorización de los legisladores y Naciones Unidas, sin embargo, sus asesores dijeron que el presidente había cambiado de opinión el viernes. Luego de una larga conversación con su jefe de gabinete, Obama habló con sus principales asistentes y les dijo que prefería esperar la autorización del Congreso. Al llevar el debate al Capitolio, Obama se asegura de que el ataque se pospone al menos durante una semana ya que los legisladores regresarán de su receso de verano hasta el 9 de septiembre. El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Bohener, dijo que espera que los congresistas debatan sobre una intervención militar esa semana. El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, también señaló que votarán en la semana del 9 de septiembre y las audiencias comenzarán la próxima semana.

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