Al pan pan y al negro negro

WASHINGTON- Las etiquetas utilizadas para describir a los estadounidenses de ascendencia africana reflejan los progresos de un pueblo que llegó al país como esclavo y hoy tiene uno de sus miembros en la Casa Blanca. En la actualidad, sin embargo, muchos no ven con buenos ojos las etiquetas más nuevas y rescatan una del pasado, la que los describe simplemente como "negros". Para este sector —que incluye descendientes de esclavos y otros inmigrantes con una historia diferente— el término "afroestadounidense" no fue una señal de progreso cuando fue acuñado a finales de la década de 1980. Es más bien una forma equivocada de relacionarlos con una cultura distante. El debate ha tenido altas y bajas desde que la expresión afroestadounidense se impuso y adquirió una nueva dimensión después de que el hijo de un keniano negro y una estadounidense blanca se mudó a la Casa Blanca. La identidad del presidente Barack Obama ha sido puesta a prueba desde todos los ángulos, reviviendo cuestionamientos que han acosado a millones de estadounidenses más oscuros: ¿Quién eres? ¿De dónde provienes? y ¿Cómo encajas en este país? "No me gusta el término afroestadounidense", dijo Shawn Smith, un contador de Houston. "En realidad me siento estadounidense". "No me gusta el término afroestadounidense porque para mí denota algo más de lo que soy", agregó Smith, cuyos padres son de Misisipí y Carolina del Norte. "En realidad no puedo recordar que ninguno de ellos me haya hablado jamás de Africa. Me dijeron mucho acerca de dónde se criaron en el condado Macomb y en Shelby, Carolina del Norte". Gibre George, empresario de Miami, abrió una página en Facebook llamada "Don't Call Me African-American" ("No me llames afroestadounidense), que hasta ahora ha recibido 1800 "Me gusta". "Respetamos nuestra herencia africana, pero ese término no es realmente para nosotros", dijo George. "Ya llevamos varias generaciones aquí. Si alguien fuera a regresarnos a Africa, seríamos como un pez fuera del agua". "Simplemente (el término) no le sienta bien a una generación más joven de personas negras", agregó George, quien tiene 38 años. "Africa ya pasó hace mucho tiempo ¿Siempre vamos a estar encadenados con Africa? Espiritualmente soy estadounidense. Cuando la guerra comience, pelearé por Estados Unidos". Joan Morgan, una escritora nacida en Jamaica que llegó a la ciudad de Nueva York cuando era niña, recuerda la primera vez que corrigió a alguien sobre el término: en la firma de un libro, cuando la presentaron como afroestadounidense y sus familiares que estaban en las primeras filas se sintieron consternados y dolidos. "Ese acto de llamarme afroestadounidense borró su historia por completo y el sacrificio y contribuciones que hicieron para que yo fuese escritora", dijo Morgan, ciudadana estadounidense desde hace mucho tiempo que se considera así misma como Negra caribeña-estadounidense (algunos insisten en que Negro debe ir con mayúscula). Ella opinó que la gente resiste la noción de que las personas negras tienen múltiples etnicidades porque eso no encaja en las categorías originales de blanco-negro que hay en Estados Unidos. Bajo su punto de vista, catalogar a la fuerza a todos bajo un nombre asociado con los descendientes de los esclavos estadounidenses es algo que ignora la naturaleza de las contribuciones de inmigrantes como su paisanos negros Marcus Garvey y Claude McKay. Morgan reconoce que su natal Jamaica está habitada por descendientes de esclavos africanos. "Pero no soy africana y los africanos no son afroestadounidenses". La palabra "negro" fue la etiqueta aplicada por los estadounidenses blancos durante siglos y tiene algunas connotaciones peyorativas: se habla de humor negro, de reputación negra, de corazón negro. "De color" parecía mejor hasta que el movimiento de derechos civiles insistió en que debía ser Negro, con mayúscula. Luego, en la década de 1960 regresó "negro" como una expresión de orgullo y una estrategia para desafiar la opresión. "Cada vez que un negro es mencionado desde los tiempos de la esclavitud, es por algo malo", explica Mary Frances Berry, profesora de historia de la Universidad de Pensilvania y ex presidenta de la Comisión de Derechos Civiles de Estados Unidos. Recuperar la palabra fue una iniciativa propia, contestataria. "Era como decir, "aquí tienes!''', expresó Berry. Lo afro estuvo de moda en la década de 1970 y persiste hoy en los nombres de algunos periódicos y departamentos de universidades. Pero fue pronto relegado por lo afroestadounidense, que surgió primero entre los intelectuales negros. El reverendo Jesse Jackson ha recibido amplio crédito por encabezar la principal corriente afroestadounidense en 1988 antes de ser dos veces aspirante a la candidatura presidencial. Berry recuerda haber estado en una reunión de derechos civiles organizada en 1988 por Jackson en Chicago cuando Ramona Edelin, entonces presidenta de la Coalición Urbana Nacional, exhortó a los presentes a declarar que los negros debían ser llamados afroamericanos. Edelin dice hoy que no hubo intención de excluir a las personas nacidas en otros países o de eliminar el uso de negro: "Tratamos de lanzar una ofensiva cultural porque siempre estábamos a la defensiva". "Dijimos, esto es una especie de término medio", agrega. "Entre nosotros hay algunas personas que no quieren que se les diga africanos. Y hay otros que no quieren que se les diga estadounidenses. Esta fue una forma de superar las divisiones entre nosotros y nuestras ideologías para poder avanzar como grupo". "Si no podíamos controlar nada más, al menos íbamos a controlar cómo nos llamaba la gente", relata Page. "Ese es el derecho más fundamental que todo humano tiene, cómo puede llamarte una persona. Afroamericano tiene un gran valor psicológico desde ese punto de vista". Irv Randolph, director del Tribune de Filadelfia --un diario para negros que emplea los dos términos--, no se explica por qué hay gente que no quiere ser asociada con Africa. "Es un hecho histórico, somos gente de ascendencia africana", afirmó. "Somos estadounidenses, de eso no cabe duda. Pero negar nuestro origen no tiene ningún sentido para mí". Jackson coincide. "Refleja ignorancia acerca de nuestras raíces, nuestra herencia y nuestro linaje. Una fruta sin raíz se muere", manifestó. Veinticuatro años después de que Jackson popularizó el término "afroestadounidense", no está claro cuál es la expresión preferida por esa comunidad. Una serie de encuestas realizadas por Gallup desde 1991 hasta el 2007 indicó que no hay preferencia por algún término en particular. Una consulta de NBC/Wall Street Journal en enero del 2011 reveló que el 42% prefería "negro" y el 35% "afroestadounidense". Un 13% dijo que le era indiferente y un 7% eligió "alguna otra expresión".

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