La última ilusión de Steve Jobs

La última aparición pública de Steve Jobs no fue para presentar un nuevo iPhone o iPad: fue para crear una ciudad. Tres meses antes de morir, fue hasta el Ayuntamiento de Cupertino para presentar, delgado y demacrado como estaba, “el mejor edificio de oficinas del mundo, que visitarán los estudiantes de arquitectura durante décadas”, según dijo en el momento.

Su proyecto es una especie de nave espacial descomunal, con capacidad para albergar a 12.000 personas. Una maravilla encargada al prestigioso arquitecto Norman Foster. Pero desde aquel 7 de junio de 2011 a hoy, el presupuesto prácticamente se ha doblado: de los iniciales 2.073 millones de euros a 3.840 millones, y aún no ha comenzado el movimiento de tierras.

Según fuentes del proyecto, Tim Cook, sustituto de Jobs al frente de Apple, anunció que se aplazaba un año, a 2016, la mudanza de los empleados. Jobs tenía la esperanza de empezar a mover el terreno en 2012 y acabar en 2015, sin embargo, será en junio cuando se empiecen a derribar los 26 edificios sobre los que se levantará la nave. Pese al aumento de lo presupuestado, esos 3.840 millones no llegan ni al 5% del dinero que Apple tiene en efectivo, más de 106.000 millones de euros. El dinero no es problema, “Steve puso mucho amor y atención a este proyecto antes de morir”, dijo Cook. “Queremos hacerlo bien”.

Con cuatro pisos de altura y 252.000 metros cuadrados de superficie total, es como dos tercios del tamaño del Pentágono. Nada más entrar en el campus, los coches se meten bajo tierra por una red de carreteras y garajes. Solo seis instalaciones se verán desde el exterior. Se plantarán 15 hectáreas de pastizales autóctonos y 309 especies diferentes de árboles, entre ellos 6.000 nuevos y un millar ya existentes, desenterrados, almacenados durante la construcción y trasplantados posteriormente. En el amplio patio del centro de la rosquilla crecerán manzanos, albaricoques y olivos.

Mira el video de la presentación del proyecto de Steve Jobs al Ayuntamiento de Cupertino.

Tecnología de punta

Para lograr sus objetivos de una red de energía cero, el techo de la nave espacial se vestirá con 700.000 metros cuadrados de paneles solares, suficientes para generar ocho megavatios de energía (podría abastecer a 4.000 hogares). El bajo consumo se mantendrá con ventanas que se abren o cierran automáticamente para dejar entrar la cantidad adecuada de luz y aire fresco para conseguir una temperatura confortable. También se instalarán luciérnagas y enormes ventiladores de hélice.

El toque Jobs

Al igual que con los productos de Apple, Jobs no quería rozar sus manos con costuras y desniveles. Cada plancha del techo, pared o piso ha de ser pulida para alcanzar una suavidad sobrenatural. Toda la madera interior debe provenir de una especie específica de arce, con planchas sacadas del centro de sus corazones.

En lugar de cemento liso, Jobs quería utilizar terrazo pulido que, normalmente, se reserva para museos y palacios. Jobs insistió en que las pequeñas junturas de paredes y otras superficies no podrán ser mayores de 1/32 de pulgada (la pulgada equivale a 2,54 centímetros) en comparación al 1/8 estándar. El fundador de Apple incluso quería que se puliera el cemento de los techos para eliminar los surcos o sobresalientes antiestéticos que a veces dejan los andamios.

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